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Durante dos años fuiste toda mi vida. Mis costumbres, mis gustos, mis caprichos, todo lo subordiné á tu fantasía y jamás un rey fué más complacientemente adulado por una favorita que todo lo esperase de él, que lo fuiste por esta mujer que nada quería ni esperaba. Yo no era venal y nunca te pedí dinero.

De pie, apoyado contra los postigos entreabiertos, veía evolucionar a Alicia y Juana de Blandieres, bulliciosas y juguetonas, a la linda Mabel con Platel, y a Diana, cuyos cabellos negros se inclinaban complacientemente hacia James Milk.

Y la microscópica doncella, que no era gentil ni bonita y en quien las asperezas del carácter habían sofocado todo germen de coquetería, trasformándola en sacerdotisa del dolor, en una euménida fatal y despiadada, se dejaba festejar complacientemente por aquel bruto.

Es preciso que usemos de todas nuestras armas decía riéndose Coca, para vencerlo y que quede en casa, contigo, y si no quieres o no puedes, aunque sea conmigo... Dime, Laura, ¿y qué harás para conquistar a ese don Mariano? ¿Yo? contestaba distraída y complacientemente la hermana mayor. Lo que quieras. Le pondré ojitos tiernos... le diré palabras dulces...

Recordaba sus menores palabras y se las repetía complacientemente, como nos gusta oler de vez en cuando la rosa que hemos arrancado al paso. Cuando le vio aparecer en el encuadramiento de las cortinas del salón, Camila Liénard dejó precipitadamente el bordado en que trabajaba; brillaron sus ojos y una rápida oleada de rubor coloreó sus mejillas. ¡Bienvenido, señor Delaberge! dijo.

En el jardín, Diana volvió a dar bromas a Huberto sobre su deserción: Alicia de Blandieres le haría pagar caro semejante proceder. La señorita de Gardanne preveía complacientemente todo el trabajo que tendría en hacerse perdonar por su amiga cuando Huberto la encontrase en sociedad.

Duras, pero exactas... Veamos: yo tengo el derecho de cortar leña en Val-Clavin y los campesinos de Val-Clavin tienen también el derecho de pastos... Y a cambio de todo esto se nos ofrece un terreno impropio y muy lejano... ¿Se puede a esto llamar justicia? Señora interrumpió complacientemente el inspector general, la felicito a usted, pues trata el asunto como un verdadero jurisconsulto.