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Actualizado: 15 de mayo de 2025


GÓMEZ. ¡De ninguna manera! No somos de la misma familia. ¡Además, yo no ni coger una espada...! EUSTAQUIO. ¡Bah! Ya le enseñaré a ponerse en guardia. No lo matarán. Apenas le herirán levemente. ¡Y esto es lo esencial! Mi amigo riñó ayer con un borracho... EUSTAQUIO. ¡, ! ¡Ya lo ...! ¡En el cabaret de Lutecia...! PRUNE. ¿Cómo se ha enterado usted...?

Sus facultades dialécticas se habían desarrollado de modo tan desmesurado que nadie osaba hacerle frente á no ser que estuviese borracho perdido. Por lo cual muchas veces se veía obligado á forjarse un adversario mentido con quien contendía en voz alta. Era por lo general alguno de los que se habían quedado dormidos sobre un banco de la taberna.

Iba á pasar con alguna repugnancia, cuando el borracho se volvió lentamente de lado, levantó el brazo que le ocultaba la cara y debajo de aquellos sórdidos harapos y en aquel hombre echado en el polvo, Herminia reconoció con estupor al señor Roussel, que la dijo en voz baja: ¿Está usted sola? Ella respondió: Si; pero, ¡cuidado! me vigilan siempre. Lo . Hace seis días que rondamos la propiedad.

La antevíspera, por la noche, había llegado a decirle: ¡Es usted un hombre muy desgraciado, Petrov! A Petrov le complació mucho oír aquellas palabras de verdad y de compasión, mucho más apreciables sabiendo, como sabía él perfectamente, que el doctor era un vulgar egoísta, un borracho y un libertino, que había fundado su clínica con el único objeto de explotar a los imbéciles.

La culpa era del cochero. Improperios contra el cochero, que era un borracho, y amenazas de despedirle si volvía a caer en descuido semejante. Luego comentarios infinitos sobre el encuentro del barón. ¿Qué hacía aquel bruto a tales horas por la carretera de Sarrió? ¿Quién era el cura que le acompañaba?

Volvió al balcón, a espiar las palabras y los movimientos de aquel borracho a quien despreciaba todo el año y que aquella noche, sin que él supiera por qué, le asustaba y le irritaba. Otras veces, a la misma hora, le había sentido en la calle murmurar imprecaciones, mientras él velaba trabajando; pero nunca había querido levantarse para oír las necedades de aquel perdido.

Pasaremos por donde está el molino de quien dices que habla, mascullando las palabras como un borracho. ¡Ay, qué hermoso día y qué contenta estoy! ¿Brilla mucho el sol, Nela? Aunque me digas que , no lo entenderé, porque no lo que es brillar. Brilla mucho, , señorito mío. Y a ti ¿qué te importa eso? El sol es muy feo. No se le puede mirar a la cara. ¿Por qué? Por que duele. ¿Qué duele?

El rincón era un suave remanso melancólico en el triunfo de luz y de sonidos del loco París. A veces, con el hórrido tintero y la pluma oxidada, que manoseaba el vulgo más gárrulo, Verlaine escribía un poema de maravilla. Pocas veces podía pagar sus ajenjos. Cuando llegaban algunos admiradores, algunos amigos, el poeta, tristemente borracho, pedía dinero.

El rigodón oficial Un borracho ante un apellido vascuence. Fin de la fiesta aniyaya nang bayan. A los pocos días de llegar á la cabecera se recibieron en el Gobierno aprobadas las actas de las elecciones en la forma que las había redactado el Alcalde.

El maldito inglés tuvo la culpa y me la ha de pagar. ¡Dios mío, cómo me puse!... ¿Y qué dije, qué dije?... No hagas caso, vida mía, porque seguramente dije mil cosas que no son verdad. ¡Qué bochorno! ¿Estás enfadada? No, si no hay para qué... Cierto. Como estabas... Jacinta no se atrevió a decir «borracho». La palabra horrible negábase a salir de su boca. Dilo, hija.

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ciencuenta

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