Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de noviembre de 2025
Pues hasta mañana. ¿Pasado mañana en San Bernardino? ¡Diez onzas diera por un billete! Ya que sin respeto a mis lectores me he metido en estas reflexiones filosóficas, no dejaría pasar en silencio antes de concluirlas la más principal que me ocurrió. ¿Qué mejor careta ha menester don Braulio que su hipocresía?
Indudablemente, su relato va adquiriendo aspecto trágico; don Víctor continúa: Llego a la estación y tomo el billete... luego entro en el andén y cojo el coche, ¿eh?... cojo el coche y voy colocando la sombrera... Después la maleta... después el portamantas... el portamantas, ¿eh?... el portamantas que no tenía el bastón... ¡qué no tenía el bastón!... Entonces yo cojo mi equipaje, salgo de la estación y me voy a casa, ¿eh?... me voy a casa, porque yo no podía acostumbrarme a la idea de estar sin mi bastón, ¿eh?... de estar sin mi bastón y de no oír el ruido de la chapa de plata...
La niña asomó, por fin; y algo blanco, un papel, un billete, comenzó a descender en el aire con vacilante ondulación. ¿Qué signos preciosos traerían para él aquellas alas mensajeras? ¿Cuál habría sido el acento escogido por su amada para poner un pedazo de su alma en la solemne despedida? Recibió el papel en el sombrero y lo abrió.
La ingenuidad suele parecerse al descaro, y sólo el candor de aquellos ojos límpidos que se clavaban en él pudo hacer que el viajero distinguiese entre ambas cosas. ¿No quiere usted algo más? murmuró . ¿Desayunarse? ¿Café o chocolate? No, no... lo que es por ahora, no siento apetito. Pues espéreme en el coche. Voy a arreglar el asunto de su billete de usted.
Manejaban el género con absoluta indiferencia, cual si los sacos de monedas lo fueran de patatas, y las resmas de billetes, papel de estraza. A Jacinta le daba miedo ver aquello, y entraba siempre allí con cierto respeto parecido al que le inspiraba la iglesia, pues el temor de llevarse algún billete de cuatro mil reales pegado a la ropa le ponía nerviosa.
La duquesita dio teta al hijo de Manuela durante tres días, al cabo de los cuales, doblegándose ante la enérgica actitud de su esposo, devolvió el niño a la madre, prendiendo entre los pañales un billete de Banco para que pudiese pagar nodriza.
En las entrañas hueras de la caja dejó Fernando un billete que no era, por cierto, de Banco, y que decía: «Tengo que marchar inmediatamente, sin tiempo para despedirme, y llevo este dinero porque lo necesito y porque algo he de disfrutar yo de la herencia de tío Manuel....»
Me parece que no le engaño». Y sus dedos hacían un estudio de tacto sobre el billete verdadero y los fingidos. «Supongamos que no veo... Supongamos que me ponen este delante y que trato de diferenciar el legítimo de los... ¡Oh!, no hay duda posible.
Y, pareciéndole no ser cosa segura ni bien hecha darle ocasión ni lugar a que otra vez la hablase, determinó de enviar aquella mesma noche, como lo hizo, a un criado suyo con un billete a Anselmo, donde le escribió estas razones: Capítulo XXXIV. Donde se prosigue la novela del Curioso impertinente
De improviso se abrió bruscamente la puerta del departamento, y saltó dentro un hombre ceñudo, calada la gorra de dorado galón, en la mano una especie de tenacilla o sacabocados de acero. ¡Los billetes, señores! gritó en voz seca e imperiosa. El viajero echó mano a su chaleco y entregó un trozo de cartón amarillo. ¡Falta uno! El billete de la señora. ¡Eh, señora!, ¡señora! ¡El billete!
Palabra del Dia
Otros Mirando