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Actualizado: 11 de junio de 2025
»Sin detenerme a sacarla de él con explicaciones que no eran del caso... ni muy fáciles de dar, salí del gabinete y me encerré en el mío... ¡a batallar de nuevo contra vestigios y fantasmas!... ¡Ociosas y bien excusadas mortificaciones!... »Sagrario, Leticia, mi madre, Pepe Guzmán, todos mis «dulces enemigos» estaban complacidos ya. Ya estaba extendida mi respectiva patente de corso.
Los de á caballo, como era llano el campo, alanceaban á su placer, entrando i saliendo á media rienda por los escuadrones enemigos; i aunque ellos i sus caballos andaban heridos, no por eso dejaban de batallar como valientes guerreros.
Cuando cada monarca de la tierra Sobre un cráter de horror su espada afila, Y muere en flor la pompa de la tierra Bajo los potros del moderno Atila; Cuando Europa, violada y destruida, En ese loco batallar sin nombre, Siente que escapa su divina vida En el agonizar de cada hombre; Sólo tú, paladín excelso y franco, Caballero ideal de punta en blanco, Guardas tu espada de encendida lumbre.
Y la divina corona Que la Patria dá al guerrero, Sobre sus frentes marchitas Se vió caer desde el cielo. Blanco á la carga conduce A sus valientes de nuevo, Pero al querer batallar Todos se miran envueltos, Y cual las hojas de otoño Por la campaña dispersos. En vano el buen coronel Levanta su voz de trueno, Abandonado y sin gente Solo le ampara su acero.
La vida de Ojeda en la gobernación de Urabá, sin otros recursos que los que él podía agenciarse, lejos de sus compatriotas establecidos en Santo Domingo, y olvidado de España, fue un continuo batallar. Su ciudad de San Sebastián, mísera ranchería de paja y barro con un fuerte de maderos, era la primera que con carácter permanente fundaban los conquistadores en la tierra firme.
Son: el "león rampante", España, y las "águilas voraces", Norte-América. A Claro Recto le ha complacido la sinécdoque. Ya agotaron sus flechas nuestras viejas aljabas con el león hispano en rudo batallar, y con aquellas águilas que viéndonos inermes, cruzaron el Pacífico en un vuelo triunfal.
Durante las primeras horas de la alta noche, Nieves se despertó muchas veces: aun dormida oía aquel borboteo de la mar relatando el suceso a todo el mundo y reclamando la presa que le habían arrebatado de las fauces; pero estaba en la flor de la vida, a la edad en que las heridas no ahondan tanto como duelen; su quebranto físico era grande, porque el batallar del día había sido de prueba; y al cabo, la rindió un sueño reparador y tranquilo del que no despertó hasta bien entrada la mañana.
Conocíanse mutuamente las intenciones de batallar, exploraba cada cual el terreno de su enemigo, y hasta le provocaba con ingeniosas estratagemas; pero de aquí no pasaba; y, a mi entender, en el misterio de estas precauciones, en el problema de esta actitud recelosa, estribaba el mayor interés de los beligerantes. Ni ella ni él parecían tener prisa para resolver el punto dudoso.
Los que nacen en períodos de paz, cuando la humanidad permanece en calma y el salvajismo prehistórico dormita dentro del caparazón formado por las civilizaciones, son dichosos; tan dichosos como los que vienen á la vida en una casa poderosa y se ven exentos de batallar por la subsistencia.
Decidiome esta buena señal a ir más lejos en mis tentativas, y la dije que él había estado real y positivamente enfermo; que por eso no había venido, y no por lo que decía el anónimo..., y ya iba a añadir que, como mentía en eso el inicuo papel, también mentía en la mayor parte de lo demás que declaraba, cuando noté que Luz se cubría la cara con las manos y se oprimía con fuerza los ojos, como si detrás de ellos comenzaran a batallar otra vez sus mal apaciguados pensamientos.
Palabra del Dia
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