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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


Pero ahí están: su espíritu flota sobre esa reunión de hombres, y el extranjero que no tiene el hábito de ese espectáculo, cree verlos, cree oírlos aún con sus voces humanas. En el banco de los ministros, Gladstone, Bright, Forster... Pero el último romano domina a todos. En él concluye por el momento la larga serie de los grandes hombres de estado en Inglaterra.

Don Cristóbal afirmaba con grave sorna que el diario había estado próximo a perecer, y que los lectores amenazaban con una huelga si se publicaba otro artículo de Homero. ¡Ir con tales galimatías al respetable público, que lo que desea es que llamen morral al presidente del Consejo de ministros o que los diputados les mienten la madre a los señores del banco azul!...

¿Canoas? preguntó levantándose. O cocodrilos respondió el piloto. ¿Los hay aquí? En todos los ríos. ¿Querrán acometernos? Por fortuna, estamos en la chalupa. Pero encallados en medio de un banco, señor Cornelio, y en la absoluta imposibilidad de huir hacia las orillas. Si llegan aquí, no les será difícil entrar en la chalupa y aun destrozarla con sus formidables coletazos. Despertemos a mi tío.

Podrían verse allí todos los días; no queda un solo banco desocupado y en las avenidas y junto a los lagos desfilan los carruajes apretados, sin poder pasar, todos llenos de chicas que se saludan bajo las sombrillas de claros colores. Adriana no pudo dejar de sonreír, comprendiendo que Charito, a quien no faltaban sus pretensiones literarias, buscaba las palabras escuchándose hablar.

Es un hombre de hierro. »En vez de subir a mi cuarto, he preferido bajar al jardín para sentarme en el mismo banco donde estuvimos juntos la otra noche.

Ese trayecto de desolacion es largo y abraza mas de treinta leguas, sin mas interrupciones que distraigan un momento al viajero que la vista del Peñon, pueblo miserable de la antigua provincia de Mompos, situado sobre una barranca desnuda á la márgen izquierda del rio; del Banco, pueblecito muy pobre tambien, pero de alguna importancia comercial por sus relaciones con algunas poblaciones interiores, situado á la derecha, cerca de la confluencia del profundo y bellísimo rio Cesar ó Cesari; y del canal de Loba que, disminuyendo en mas de la mitad las aguas del Magdalena, va á engrosar las del Cauca para volver luego á su propio caudal.

La joven se levantó sobresaltada para esquivar su mirada y fingió estar distraída en la elección de un cirio, que encendió y puso en el sitio del de la bretona. Después volvió a su banco y se arrodilló, con la cabeza entre las manos.

El banco inmenso de hielo, pardo y onduloso, se detiene repentinamente á la vera del valle, formando una alta muralla que parece cortada á pico.

Cuando los molineros y los deshollinadores quieren ser buenos, sucede siempre una desgracia; dice Juan bromeando con expresión cohibida. Y pretende sacar a la joven el cepillo de las manos. Por favor, déjeme usted dice ella defendiéndose y ocultando vivamente el cepillo debajo del delantal. Martín golpea en el banco con el puño. ¿Déjeme usted?... ¡Cómo! ¿No os tuteáis todavía?

No tardaron en agruparse de nuevo, pero no alrededor del columpio, sino del banco que ocupaban debajo de la parra Antonio Robledo y su querida, Soledad, el señor Rafael y su sobrino. La disputa había aparecido al fin. Rara vez dejaba de haber guasa cuando Antonio y María-Manuela se hallaban reunidos en público.

Palabra del Dia

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