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Actualizado: 18 de mayo de 2025
El daría cuanto era por ser aquel banco del jardín, abrumado dulcemente por su peso las tardes enteras; por convertirse en la labor que giraba entre sus dedos delicados; por transfigurarse en una de las personas que la rodeaban a todas horas, de aquella Beppa, por ejemplo, que la despertaba por las mañanas, inclinándose sobre su cabeza dormida, moviendo con su aliento la cabellera deshecha, esparcida como una ola de oro sobre la almohada y que secaba sus carnes de marfil a la salida del baño, deslizando sus manos por las curvas entrantes y salientes de su suave cuerpo.
Cuando recobré el conocimiento estaba sentado sobre un banco de piedra, en el banco de un enorme edificio semejante a un convento, que el más grave silencio envolvía. Dos padres lazaristas lavaban cuidadosamente mi oreja. Un aire fresco circulaba; la garrucha de un pozo chirriaba lentamente, y una campana tocaba a maitines.
Si la cosa resultaba, como Almudena le aseguró, y venían a poder de ella las banastas de piedras preciosas, que tan fácilmente se convertirían en billetes de Banco, ya tenían todas las cuestiones resueltas, y lo demás prontamente se allanaría. El dinero es el arreglador infalible de cuantas dificultades hay en el mundo.
Si pudiera reunirse todo lo que ha gastado y perdido, me atrevo á decir que se formaria un depósito mayor que el que tiene en sus cavas el Banco de Lóndres. Yo conozco una lonja en Madrid, cuyo dueño se ha enriquecido con los licores que ha despachado para la casa de Salamanca. Lo que ha consumido en tabaco, bastaria para dotar líberalmente á cien familias necesitadas.
A su derecha, en el primer banco, los ministros... Miro con profunda atención eso escaño humilde. ¡Cuántos hombres grandes lo han ocupado en lodos los tiempos! ¡Cuántos espíritus poderosos, inquietos, sutiles, hábiles, han brillado desde allí!
En el recibimiento, un negro barrigudo, dormitando en un banco, hacía la guardia. Sí, señor, pase usted. S. E. está solo contestó solícito a la pregunta de Esteven.
Envía al Banco de San Jorge de la ciudad de Génova todos sus papeles en depósito, y los señores del Banco, sólo después de algún tiempo, le dan una respuesta por indicación de Oderigo; y esta respuesta, aunque amable, no prueba que el gobierno genovés se entusiasmase mucho con sus hazañas.
Nosotros los franceses nos hallábamos detrás del banco en que se apoyaban las damas... Después entraron la Reina y la Infantita . Precedíalas una dama de la corte con una vela. El Rey, al aparecer, saludó á las damas quitándose el sombrero, y se sentó en el palco á la derecha de la Reina, y la Infantita á la izquierda de aquélla.
Cuando no teníamos mucho tiempo ni gran seguridad, avanzábamos sobre un banco de arena, en la marea alta, y en la baja, cuando se retiraba el agua, limpiábamos con una escoba de brezo lo que se podía.
Al verse entre los dos torrecillas que marcan la entrada de los jardines, le asaltó el recuerdo de Alicia. Un poco más allá habían descendido del carruaje; detrás de los árboles estaba el banco en que la habló por primera vez de su amor; abajo, al borde de las rocas, se desarrollaba el solitario camino por el que pasaron como en volandas, al amparo del crepúsculo y con las bocas juntas.
Palabra del Dia
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