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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Sonó otro aullido, pero Jaime volvió a encogerse de hombros. Podía gritar lo que quisiera su desconocido retador... Pero ¡ay! ¡imposible leer! ¡inútil esforzarse por fingir tranquilidad!... Los aullidos repetíanse ahora rabiosamente, como los cacareos de un gallo furioso. Jaime creyó ver el cuello de aquel hombre, hinchado, enrojecido, con los tendones vibrantes por la cólera.
Y con un gemido de Mac Sangley, estallaron murmullos de asombro en la clase y un aullido desde las ventanas, cuando Melisa descargó su sonrosado puño sobre el pupitre con esta revolucionaria manifestación: ¡Es una maldita impostura! ¡No lo creo! La larga estación de las lluvias tocaba ya a su término.
Al cesar por un momento las aclamaciones, percibíase el lloro de la gaita gallega, el gorjeo de las cañas árabes y el trágico aullido de la pobre hembra y su cría: «¡Pachín! ¡Lo echaron al agua!... ¡Padre! ¡padre! ¡Qué será de nosotros!...» El entusiasmo popular se comunicó a los pasajeros del castillo central.
En la chacra vecina a la nuestra, y esa misma madrugada, otro perro había tratado inútilmente de saltar el corral de las vacas. Un inmenso perro flaco había corrido a un muchacho a caballo, por la picada del puerto viejo. Todavía de tarde se sentía dentro del monte el aullido agónico del perro.
¿No has podido avisarme antes? díjole Hullin con voz semejante a un aullido . ¿No te encargué que vigilaras el barranco? ¡Estamos cercados! ¡Ahora nos cogerán de flanco y cruzarán el camino más lejos! ¡Todo se lo ha llevado el demonio!
Volaron en torno de su cara los flácidos rabos de la cabellera y un aullido estridente hizo temblar a todos. ¡Aaay! ¡Que se ha muerto mi niña! ¡Mi palomica blanca! ¡Mi rosita de Abril!... Y sus alaridos, en los que vibraba la exuberancia aparatosa del dolor oriental, acompañábalos de arañazos que ensangrentaban las arrugas de su rostro.
Más su túnica de nieve ha rasgado el negro aullido de los vientos, y debajo de los santos, ideales sentimientos, son los odios un grabado, la ambición es un relieve. Aquel nido, que era un beso en el vivir de los hermanos corazones, es escarnio de la fé que se deben las naciones; y por eso ha volado la paloma de plumaje alabastrino, ahuyentada por la mano poderosa del destino.
Los perros, entonces, sintieron más el próximo cambio de dueño, y solos, al pie de la casa dormida, comenzaron a llorar. Lloraban en coro, volcando sus sollozos convulsivos y secos, como masticados, en un aullido de desolación, que la voz cazadora de Prince sostenía, mientras los otros tomaban el sollozo de nuevo. El cachorro ladraba.
Afortunadamente para el pobre perro, los perdigones fueron a aplastarse en un poyo de piedra; pero algunos de rechazo dieron en el lomo y en las ancas del animal, que lanzó un aullido doloroso. Los vecinos salían a sus puertas, y enterándose al instante de lo que ocurría, comenzaron a dar voces y a arrojar sobre el animal, que ningún daño les había hecho, todo lo que encontraban a mano.
Las llamas del hogar ponen su reflejo sangriento, y el segundón, con un aullido, hunde la maza de su puño sobre la frente del viejo vinculero, que cae con el rostro contra la tierra. La hueste de siervos se yergue con un gemido y con él se abate, mientras los ojos se hacen más sombríos en el grupo pálido de los mancebos.
Palabra del Dia
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