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Actualizado: 21 de julio de 2025
Le faltaba el gusto de las artes plásticas; y, sin atreverse a decirlo, opinaba que los cuadros, aunque fuesen de grandes pintores, profanaban las iglesias. Del dogma le gustaba la teología pura, la abstracción, y al dogma prefería la moral.
El payés de Can Mallorquí, al reconocer al señor, hizo un gesto de asombro. «¡Allí él esperando con los otros, como un simple pretendiente, sin atreverse a entrar en una casa que era suya!...» Febrer contestó con un encogimiento de hombros. Quería hacer lo mismo que los demás. Se imaginaba que de este modo le sería más fácil conseguir sus deseos.
Y si bien este ataque viene de quien, primero que atreverse á manchar honras agenas, no le hubiera estado del todo mal lavar la suya, con todo eso, el mejor abogado de Cieza es su crónica, y hasta que se conozca y se publique, á ser posible, como yo lo he hecho con la GUERRA DE QUITO, acompañada con documentos coetáneos que la justifiquen, la fama del primero de los historiadores del Perú no quedará completamente limpia.
Esta que no halla mal que le suceda, Ni le teme atrevida y arrogante, Prodiga siempre, venturosa y leda: Es la que con disignio extravagante Dió en crecer poco á poco hasta ponerse Qual ves en estatura de gigante. No dexa de crecer por no atreverse A emprender las hazañas mas notables, Adonde puedan sus estremos verse.
Pero ni aun se le ocurrió la idea de enseñarla a su tía o al Conde; no creía hacer, quemándola, el sacrificio más insignificante. La segunda carta contenía una firma que Judit leyó repetidas veces, sin atreverse a dar crédito a sus ojos. Pero le era imposible la duda; el billete estaba firmado por el obispo de *; y concebido en estos términos: *
De esta suerte trascurrió largo rato: el dueño del puesto junto al cual se habían detenido, comenzaba a fijarse en ellas. Paz, desasosegada, fuera de sí, se mordía los labios, pugnando por tragarse las lágrimas, y el aya la miraba sin atreverse a chistar. «No viene, no viene» pensaba la pobre niña, en cuyo corazón arraigaba rápidamente la esperanza. «¿Estará dentro?» la decían sus celos.
Cuando menos, se habrá creído objeto de una alucinación diabólica, y de atreverse a enunciar su pensamiento, no hubiera sufrido pena mayor que la de encierro por demencia... Pero Colón sólo hablaba de ir al antiguo mundo conocido por el camino de Occidente, y esto nada tenía de herético, fundamentándolo además en autores clásicos y Padres de la Iglesia.
Limitábase a juzgarles en cuanto jefes militares de mayor o menor importancia, pero sin atreverse a descargar su indignación sobre ellos porque, siendo ministros de paz, salieran al campo a matar prójimos.
Consistió el orgullo en no tener miedo de caer en la tentación y en atreverse a arrostrar los peligros, y consistió la caridad misericordiosa en admirarse del cambio repentino de aquella mujer pecadora, en compadecer el dolor agudo y tremendo que para la conversión la había apercibido, y en la irresistible simpatía de que se dejó vencer, yendo a tratar con ella de cosas del espíritu y a darle amistad pura y grato consuelo.
¡Está usted loca! No estoy loca... Mírele usted bien. Querría usted desconocerlo y le sería imposible... Es necesario todo el aplomo de la señora Miguelina para atreverse a afirmar que el muchacho tiene algo de los Princetot.
Palabra del Dia
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