United States or Kazakhstan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Facundo tenía la rabia del juego, como otros la de los licores, como otros la del rapé. Un alma poderosa pero incapaz de abrazar una grande esfera de ideas, necesitaba esta ocupación ficticia en que una pasión está en continuo ejercicio, contrariada y halagada a la vez, irritada, excitada, atormentada.

Está bien; pero lo que da mal cariz a esta cuestión es el hecho de haber usted amado a Magdalena ocho meses hace con tanta vehemencia como en la actualidad ama a Antoñita. ¡Oh, Amaury! dijo lastimeramente Felipe. Estás abriendo la herida de mi corazón, desgarrando mi atormentada conciencia; concédeme siquiera diez minutos de audiencia y al cabo de ellos me compadecerás lejos de culparme.

Por eso sin duda, muchos autores violentan la serena sencillez de su idioma, obligándole á producir una florescencia atormentada, de invernáculo, y hacen de ello su mayor mérito. Buscan ocultar de tal modo, bajo la frondosidad forzada del lenguaje, la anémica pobreza de la historia que cuentan.

Mientras la multitud celebraba con aplausos maquinales las frases de su orador favorito, el otro se iba sumergiendo lentamente en profunda melancolía. Nada es más terrible que estos momentos de desencanto en que el alma yace atormentada por los dolores de la caída: el tormento de esta situación consiste en cierta ridiculez que rodea todos los recuerdos de las pasadas ilusiones.

«Me falta poco para llorar, amigo vientecillo dijo. Aunque un poco tardío, mi arrepentimiento es seguro. ¡Con cuánto gozo abro mis ojos á la luz de la verdad! ¿Y habrá quien sostenga que puede haber dicha, reposo y paz fuera de la religión sacratísima? Santa y sublime fe: á vengo fatigada de las luchas del mundo, el alma llena de congojas y atormentada por el recuerdo de mis pasados extravíos.

Porque desde que usted entró en esta casa, el carácter de mi tía ha cambiado por completo. Está inquieta, atormentada.... ¡Ella también!, exclamó impensadamente Mauricio. ¿Cómo ella también? Acaso por parte de usted.... ¡Oh! no: me he equivocado al decir esto. Continúe usted; se lo suplico....

No nos cuidemos del Tirabeque. Don Pedrito espera a usted. ¿Quiere usted acudir? ¿Quiere usted salvarse? murmuré con impaciencia, a tiempo que encendía otra cerilla. ¡Qué cara la de Angustias: infantil, contraída, atormentada por un dolor oscuro, apenas consciente! ¡Quiero salvarme! ¡Quiero salvarme! dijo con voz sollozante, agarrándose desesperada a mi brazo, como a tabla de salvación.

Más vale morir que pecar. Si ha de vivir para ser pecadora, para su eterna condenación, para su vergüenza y su oprobio, que muera. ¡Llévatela, Dios mío! Así me hubiera muerto yo. ¡Cuánto más me valiera no haber nacido! Los mismos furores de siempre. Está V. como atormentada de un espíritu maligno. Yo me lo sabía. Yo tengo la culpa de todo.

El dibujo tenía al pie esta inscripción: «La fragata española La Constancia, al mando de su capitán don Blas de Aguirre, al amanecer del día 3 de febrero de 1793, en el meridiano de la isla Rodrigo, atormentada con mares gruesas del nordeste y sudeste, corriendo un huracán en su viaje de Manila a Cádiz, en el que perdió todos los gallineros de la toldilla, vasijería, cubas y varias tablas de obra muerta.

Una llama celestial Ardió una vez en mi pecho, Velando junto á mi lecho Un ángel consolador... Era amor Que los dolores suaviza! Mas se convirtió en ceniza Aquel sueño encantador! Pedí consuelo al saber, Y sus ardientes misterios Eran horribles cauterios A mi atormentada sien; Y al vaiven De las olas de la duda Mi inteligencia, desnuda Quedó de esperanza y bien.