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ELECTRA. No, señor: voy a comunicársela yo a ellos, que la tengo de sobra. PANTOJA. Ya la causa de tu grande alegría, ya ... ELECTRA. Pues si lo sabe, no hay nada que decir... Hasta luego, Don Salvador. Concédeme un ratito. ELECTRA. ¿Nada más que un ratito? PANTOJA. Nada más. ELECTRA. Bueno.

Está bien; pero lo que da mal cariz a esta cuestión es el hecho de haber usted amado a Magdalena ocho meses hace con tanta vehemencia como en la actualidad ama a Antoñita. ¡Oh, Amaury! dijo lastimeramente Felipe. Estás abriendo la herida de mi corazón, desgarrando mi atormentada conciencia; concédeme siquiera diez minutos de audiencia y al cabo de ellos me compadecerás lejos de culparme.

El marido yo lo encontraré respondió la abuela. Eso es sencillo y fácil. Prométeme solamente ser razonable y no rechazar a ciegas cualquier proyecto de matrimonio. , abuela, te prometo tratar de hacerlo respondí con firmeza. Pero concédeme una gracia en cambio de esta promesa. Antes de tomar una resolución, déjame algún tiempo para estudiarme a misma y estudiar a los demás.

La venganza es manjar muy dulce, y debo saberlo, porque soy mujer; acaso estamos de acuerdo, y sólo nos diferenciamos en el modo; concédeme que nuestra venganza sea menos violenta, y yo daré tal susceptibilidad a nuestro enemigo, que le sea dolorosa en mucho más. El acero casi se embota en la dureza de la mano, y una espina de la rosa hace lastimar y desangrar el corazón.

37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. 38 El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. Y ella nunca conoció varón.

Mírame como lloro; no hayas pena de que ya abogue por Muley; concédeme el no dejarme, y yo alzo la mano en mis súplicas.

Entre el Congreso de diputados y el concejo de mi lugar no hay más diferencia que el traje de los concurrentes y la índole de las cuestiones; la intención es la misma: primero «yo», después «mi partido», lo último «el país». «Yo tengo siempre razón, mi partido es el santo, el justo; mi vecino es un egoísta, su partido la ruina de la patriaDispénsame la parte que de mi juicio te alcance, y concédeme que tengo razón.

»Yo sentía disminuirse mis fuerzas, que la vida se extinguía en , y exclamé: »¡Yago, Yago! concédeme algunas horas, unas cuántas horas aún. »No puede ser me contestó; sería perjudicarme yo en mi tiempo, y yo conozco mejor que usted el valor de la vida; no hay tesoro con que poder pagar dos horas de existencia.

Por lo que más quieras en este mundo, por la salvación de tu alma, concédeme una entrevista. Necesito hablarte. Si esta tarde ya no puede ser, ven mañana por la mañana a casa de Jacoba. Tuyo, Luis.» ¡Tuyo! ¡tuyo! murmuró con amarga sonrisa. Has sido mío, , pero has cambiado de dueño. Te costará caro. ¿Llevo contestación, señorita?

Adiós, salerosa. ¿Sabes que me gustas? ¿También le gustan a usted las sirvientas? Pa mucha gente quiere usted servir a la vez. La segunda carta fue redactada en estos términos: «Cristeta: No quiero resignarme a que conserves mal recuerdo de . Es necesario que te explique muchas cosas. Concédeme unos cuantos minutos, y no volveré a molestarte nunca.