Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de julio de 2025
Pero al llegar a aquella parte de la vida que determina el apogeo de su gloria en la tierra, cuando Dios, vencido de su constante amor, de su fidelidad y de los pasmosos sacrificios que se imponen, comienza a otorgarles favores y regalos espirituales por medio de éxtasis y visiones, quedaba un poco turbada y hasta aterrada.
Rodaron jarros y mesillas; la gente se hizo atrás instintivamente, aterrada por el ademán agresivo de este hombre siempre pacífico, que parecía ahora agigantado por la rabia; y antes de que pudieran todos retroceder un nuevo paso, «¡plaf!», sonó un ruido de puchero que estalla y cayó Pimentó con la cabeza rota de un taburetazo. En la plazoleta se produjo una confusión indescriptible.
Pues lo peor: dice el señor médico; que así como a V. E. le ha sucedio con bien la subida de la leche, a la pobre Manuela le ha entrao una calentura malina que nos quedamos sin ella. La duquesita quedó aterrada.
Todas manifiestan la misma vergüenza, idéntico rubor colorea sus mejillas. A una se le ocurre malignamente proponer que lo estrene Nuncita. Las demás aplauden la idea. Nuncita resiste aterrada. Carmelita ni concede el permiso ni lo niega. Las instancias se repiten sin cesar. Los mancebos encuentran la idea cada vez más original.
Y luego que se acercó tomándole una mano entre las dos suyas amarillas, descarnadas, exclamó mirándola con fijeza terrible a los ojos: ¡Me muero, hija, me muero! ¿No es verdad que lo sientes?... ¿por lo menos que no te alegras? ¡Oh, mamá! Dí que no te alegras insistió con ansiedad sin apartar su mirada de los ojos de la joven. ¡Mamá, por Dios! exclamó ésta aturdida y aterrada a la vez.
Al abrir la puerta de su barraca encontró Sènto un papel en el ojo de la cerradura... Era un anónimo destilando amenazas. Le pedían cuarenta duros y debía dejarlos aquella noche en el horno que tenía frente a su barraca. Toda la huerta estaba aterrada por aquellos bandidos.
Por mi parte, estoy aterrada por esta fiebre que veo recrudecerse todas las mañanas en los periódicos de ambos partidos; se me figura que no puede haber nada sólido ni duradero en un gobierno, cuando con sus desaciertos convierte en un caos la opinión pública. 7 noviembre de 1828.
Carlota estaba aterrada: se había refugiado en un rincón, mientras Mario, ayudado por el mozo que había acudido al ruido, trataba inútilmente de separarlos. Al cabo de muchos esfuerzos lo consiguieron. D. Laureano tenía un arañazo en la mejilla, del cual brotaban algunas gotas de sangre. ¡Qué loca! ¡qué loca! decía limpiándose con el pañuelo. Perdonen ustedes el mal rato.
La prójima le clavó sus dedos en los brazos, y Jacinta la miró aterrada, como quien está delante de una fiera... Entonces vio una sonrisa de brutal ironía en los labios de la desconocida, y oyó una voz asesina que le dijo claramente: «Soy Fortunata». Jacinta se quedó sin habla... después lanzó un ¡ay! agudísimo, como la persona que recibe la picada de una víbora.
Cuando la vió muerta, su dolor me espantó, me hizo olvidarme de mi propio dolor para acudir aterrada al socorro de mi padre. ¡Creí que se había vuelto loco!
Palabra del Dia
Otros Mirando