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Actualizado: 24 de junio de 2025
La reputación de M. de Vignet está bien cimentada y es hombre de grande ingenio, muchos conocimientos y méritos de toda especie; su familia es de las principales de este país, y es seguro que llegará a ocupar los puestos más eminentes a que pueda aspirar, dada la carrera que tiene, así por propios méritos como por el apoyo de su tío el conde de Maistre, actual canciller.
¡Ir en el mismo coche, tenerla al lado, aspirar su perfume, rozar la seda de su traje, verla pensativa, con los brazos cruzados, bañada por la luna de Filipinas que presta á las cosas más vulgares idealidad y encantos, era un sueño que Isagani no se esperaba! ¡Qué miserables eran los que se retiraban á pié, solos, y tenían que apartarse para dejar paso al rápido coche!
Era Iriarte, el amante de doña Camila y antiguo dueño de la casa de campo. El aya había procurado seducir a don Carlos; sabía que su difunta esposa era una humilde modista, y ella, doña Camila Portocarrero que se creía descendiente de nobles, bien podía aspirar a la sucesión de la italiana. Creyó que don Carlos se había casado por compromiso, que era un hombre que se casaba con la servidumbre.
La luna brillaba en medio de un hermoso cielo, y su dulce claridad alumbraba en todos sus detalles aquel curioso cuadro. ¡Cuánto me gusta una hermosa noche de verano! dijo el gitano ; las flores se abren para aspirar la frescura del aire, y sus perfumes nos llegan más suaves. ¿Sentís, hermanos míos, el rico olor de los áloes y de los naranjos?
Ella, en cambio, parecía aspirar con delectación por su naricilla sonrosada y palpitante, el vaho de macho campesino, el olor de cuero, de sudor y de cuadra que se esparcía con los movimientos del arrogante galán. Bebe, Rafael: anímate. ¡Mira a mi hombre qué amartelado está con sus serranas!
Al poco rato de estar allí nadie dejaba de aspirar, mascar y tragar polvo en respetables porciones. El señorito Octavio, así que estuvo sentado, experimentó un vago malestar, cuya causa no podía bien explicarse. Se arrepintió también vagamente de haber acudido á aquel sitio en busca de salvación. Vaya, vaya, vaaaya... ¿Y cómo deja usted á su señor padre y á su señora madre?
Y, loco de alegría, se repetía las palabras de esperanza... Entonces, una ráfaga de orgullo se apoderó de él. Gracias a su energía para el trabajo, podía aspirar a aquella gran felicidad que era toda su ambición: casarse con la que amaba, vivir cerca de ella, tenerla siempre a su lado.
Y cuenta que no sentimos lo ocurrido en ella por la gloria del orador, corrido allí como una liebre, pues por muchas que sean sus presunciones, no debe, en su estulticia ingénita, aspirar a mayores triunfos; sino por el prestigio del Parlamento y por la dignidad del Ministerio, que acogió bajo su amparo un asunto que pasó los límites de lo grotesco.»
Á fuerza de echarle agua en la cara y hacerle aspirar esencias, consiguieron que recobrase el conocimiento. Apenas estuvo vivo le abrumaron con preguntas. ¿Qué había pasado? ¿Quién le había puesto de aquel modo? ¿Quién llamó á la puerta? Negóse á responder algún tiempo diciendo que no sabía, que no se acordaba de nada.
Recuerdo haber gozado mucho con la contemplacion de un cuadro pequeño que representa el refectorio de un monasterio en perspectiva, precioso por sus golpes de luz y su energía de claro oscuro. Con todo, no considero que los artistas lioneses tengan razon para aspirar á constituir una escuela, si se ha de juzgar por el Museo.
Palabra del Dia
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