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Actualizado: 24 de junio de 2025
Por esta razon quisiera yo que algunos de los que trabajan vidas de personas Venerables por su santidad y virtud, tuviesen mejor gusto, y las escribiesen con mejor Lógica. Alabo el zelo de semejantes Escritores, pero no el juicio. El escribir la vida de una persona virtuosa es instituto muy loable, porque es ofrecer á los lectores un exemplo de virtud para imitarle y aspirar á la misma perfeccion.
Este encierro perpetuo hubiera agriado y pervertido tal vez otro carácter menos dulce y bondadoso que el de Clara, la cual llegó á creer que aquella vida era cosa muy natural, y que no debía aspirar á otra cosa; así es que vivía tranquila, melancólicamente feliz, y á veces alegre. Y, sin embargo, semanas enteras pasaban sin que una persona extraña penetrara en la casa del fanático.
Despertóse en ella la curiosidad, y preguntó con una avidez de campesina: ¿Es rica?... El gesto afirmativo del señor no la sorprendió. Forzosamente había de ser rica. Sólo una mujer que llevase con ella una gran fortuna podía aspirar a unirse con el último de los Febrer, que habían sido los hombres más notables de la isla y tal vez del mundo entero.
Mucho disto yo de aspirar en estos artículos, que no pueden ser extensos, a presentar un cuadro completo del movimiento intelectual, literario y artístico de Sevilla y de otras ciudades de Andalucía.
No, yo debo estar enfermo, yo no debo sentirme bien, murmuró; muchos son los que me odian, los que me atribuyen su desgracia, pero... Y sintiendo que su frente ardía, levantóse y se acercó á la ventana para aspirar la fresca brisa de la noche.
¡Y qué alma! ¡Cuántas veces, cuándo los negros que eran transportados del África a las Antillas, entumecidos por el frío húmedo y penetrante de la cala, no podían arrastrarse hasta el puente para aspirar el aire durante el cuarto de hora que a este efecto se les concedía, cuántas veces, digo, el joven Kernok les hacía recobrar el movimiento y la transpiración de la piel a fuerza de golpes!
Bástenos con aspirar a divertir o a conmover agradablemente, no a la humanidad toda sino a unos cuantos miles de individuos, que forman nuestro público y que tienen el bueno o el mal gusto de entretenerse leyendo las novelas y los cuentos que escribimos.
«Mi vida escribía la Déjazet á cierto adorador que la invitaba á publicar sus «Memorias», es mucho más sencilla de lo que creen, y no ofrecería nada de muy interesante, pues ni tengo bastantes vicios para atraer la curiosidad, ni tampoco las virtudes necesarias para aspirar á ser admirada».
Su última derrota había sido en la batalla de Toro, donde militó en defensa de doña Juana, en las huestes portuguesas. Ya en el claustro, pensó que la paz le bastaría. Se propuso no aspirar sino a la paz, pero conoció pronto que la paz no le bastaba.
Si el Padre Ambrosio no se burlaba de él, si no se jactaba en vano, si por medio de sus artes mágicas podía volverle la mocedad, Fray Miguel estaba seguro de que sabría aprovecharla y no perderla sin fruto como había perdido la mocedad pasada. Ahora tenía él más claro concepto del valor de la vida y de los fines a que podía y debía aspirar en el mundo.
Palabra del Dia
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