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Actualizado: 28 de junio de 2025


¡Oye! exclamó el bufón, asiendo de una mano á Dorotea ; oye... y oye sola añadió llevándosela al hueco de un balcón, mientras Montiño, desvanecido por lo que sucedía, se dejaba caer sin fuerzas sobre un cofre cerrado aún : oye, Dorotea, y sabe que tus desgracias son humo, viento, nada, comparadas con las mías.

Cuando Dubreuil hubo acabado, se dirigió a su asiento, mientras decía: ¡Ya lo ven ustedes! ¿Y cómo tiene usted esto? preguntó Kasper. Ese cartel, hijo mío, está puesto en todas las esquinas. ¡Pues bien, no nos parece mal! dijo Materne asiendo el brazo de Frantz, que se levantaba echando chispas por los ojos . ¿Quieres fuego, Frantz? Aquí tienes mi eslabón.

Sepan vuesas mercedes que toda mi hacienda queda puesta desde hoy al servicio de esta demanda. Y si el caso lo pide, hareme subir en silla a la muralla, que aún puede mi diestra disparar un venablo. Al escuchar aquella voz, el Canónigo y Ramiro se buscaron uno a otro en la obscuridad. ¡Don Íñigo! ¡Válame Dios! exclamó el Lectoral asiendo del brazo a su discípulo.

Es necesario que antes de ir á palacio esperes á don Rodrigo, que le acometas, que le mates si es preciso; pero esas cartas, Juan... y mira, hijo mío añadió el cocinero mayor asiendo las manos del joven, y mirándole desencajado y pálido, porque cada vez se hacia para él un personaje más respetable su sobrino : aprovecha tu buena, tu inesperada fortuna; no te pregunto cómo has podido llegar hasta donde has llegado en tan poco tiempo; eres ciertamente muy hermoso, y las mujeres... pero prudente, muy prudente... no te ensorberbezcas, aprovecha las horas de buen sol, hijo; pero mira que las intrigas de palacio son muy peligrosas...

En acabando de decir su glosa don Lorenzo, se levantó en pie don Quijote, y, en voz levantada, que parecía grito, asiendo con su mano la derecha de don Lorenzo, dijo: ¡Viven los cielos donde más altos están, mancebo generoso, que sois el mejor poeta del orbe, y que merecéis estar laureado, no por Chipre ni por Gaeta, como dijo un poeta, que Dios perdone, sino por las academias de Atenas, si hoy vivieran, y por las que hoy viven de París, Bolonia y Salamanca!

Mire usted siguió la niña, asiendo de un flexible mimbre y divirtiéndose en coronarse con la obediente rama , ¡a que no es usted capaz de creer que su tristeza se me va pegando, y que también yo me hallo así... no cómo, preocupada, vamos! Diera... lo que no por verle contento y... natural, como son todos los hombres. Usted no tiene el mirar ni la cara como los demás, Don Ignacio.

Y enseñóle el caldero lleno de gansos y de gallinas, y, asiendo de una, comenzó a comer con mucho donaire y gana, y dijo: ¡A la barba de las habilidades de Basilio!, que tanto vales cuanto tienes, y tanto tienes cuanto vales.

Y, apeándose de Rocinante y asiendo de su lanza, se puso en la mitad del camino, a tiempo que ya el licenciado, con gentil donaire de cuerpo y compás de pies, se iba contra Corchuelo, que contra él se vino, lanzando, como decirse suele, fuego por los ojos. Los otros dos labradores del acompañamiento, sin apearse de sus pollinas, sirvieron de aspetatores en la mortal tragedia.

Y todo lo miraba el hidalgo, y de todo se admiraba, especialmente cuando, después de haberse limpiado don Quijote cabeza, rostro y barbas y celada, se la encajó; y, afirmándose bien en los estribos, requiriendo la espada y asiendo la lanza, dijo: -Ahora, venga lo que veniere, que aquí estoy con ánimo de tomarme con el mesmo Satanás en persona.

Es necesario que venga cuanto antes vuestra esposa. Sonaron entonces las llaves del carcelero. Esperad un momento dijo don Juan asiendo por el manto á Dorotea, que estaba vuelta hacia la puerta. ¿Qué más queréis de ? contestó la joven. Quiero... quiero volveros á ver.

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