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Actualizado: 11 de julio de 2025
Calumnias de los belgas, que no podía escuchar tranquilamente... Y se arrojó con dramático abandono en los brazos de su hermana. El señor Desnoyers se sintió furioso contra el destino, que le obligaba á convivir con esta mujer. ¡Qué cadena para la familia!... Y las fronteras seguían cerradas, siendo imposible desprenderse de ella.
Mala muerte va usted á tener, condenado de Dios, si no se enmienda.» Y Torquemada arrojó sobre ella una mirada que resultaba enteramente amarilla, por ser en él de este color lo que en los demás humanos ojos es blanco, y le respondió de esta manera: «Yo hago lo que me da mi santísima gana, so mamarracho, vieja más vieja que la Biblia.
¿Quién se arrojó a tus pies, que no sintiera la pasión sosegarse que le agita? ¿Quién no halló en ti la calma verdadera que anhela el pecho que de amor palpita? ¿Quién no querrá abrazarte, oh Cruz bendita? ¿Quién morirá, si en tu virtud espera, hacecillo de mirra regalado, que nos dejó en recuerdo nuestro amado?
A nuestro joven le pareció tan linda en aquel momento, sin saber por qué, que, después de contemplarla extasiado un rato y sentir cierto cosquilleo tentador por el cuerpo, se arrojó a decir en tono de burla, pero con voz temblorosa: Tú no quieres a nadie más que a mí, ¿verdad, Rosa? ¡Ya lo creo!... Lo mismo que usted a mí. ¿De veras? ¡Vaya! El tono de la joven era irónico.
Los dos jóvenes siguieron á la duquesa. Esta llevaba asida de la mano á doña Clara. Cuando estuvieron solos, en un reducido y bellísimo gabinete, la duquesa no pudo contenerse; se arrojó entre los brazos de don Juan, le besó, lloró, rió y por último cayó desvanecida sobre el estrado. ¡Agua! ¡agua! ¡Clara mía! exclamó don Juan ¡mi pobre madre!...
Bajando la momia, arrojó de sí esta pregunta, metida dentro de un suspiro: ¿Es usted amigo del Sr. D. Carlos? Sí, señora. Si no me engaño, es la primera vez que viene usted a casa. ¡Ah! esto parece la casa de Tócame Roque, según la gente que entra y sale. Y no es toda gente de principios, ni se nos guardan los miramientos que nos corresponden.
Por fin la desgraciada levantó la frente y en un impulso desesperado se arrojó á los pies del que había perdido: ¡Oh! Jacobo, perdóname; te lo suplico. ¡He sido infame! Pero bien ves que ha sido él quien lo ha hecho todo.
Una ardilla, desde lo alto del árbol en que tenía su morada, charlaba en són de cólera ó de alegría, porque una ardilla es un animalito tan colérico y caprichoso que es muy difícil saber si está iracundo ó de buen humor, y le arrojó una nuez á la cabeza.
Entró, pues, el Cura como la vez primera en aquella noche, sacudiéndose la ropa para «desnevarse»; arrojó el capote sobre lo primero que se le puso por delante, y llevando en la mano un saquillo de color, cerrado con una jareta, se coló, sin detenerse, en el cuarto de mi tío, que sólo parecía vivir para esperarle.
La moral está fundada, pues, en el bien general. ¿Qué era lo que exigía el bien general cuando ese desgraciado viejo se arrojó al agua? ¿Exigía que mi yerno expusiese su vida por salvarle?
Palabra del Dia
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