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Actualizado: 11 de julio de 2025
Y te arrojó la patria de su seno Porque rendiste culto á la verdad! No la patria, los monstruos que su cuello Oprimieron con planta criminal. Errante por el mundo con tu lira Fuiste sus infortunios á cantar.
Quiso jugar el dinero; no quería Lope; pero tanto le porfiaron todos, que lo hubo de hacer, con que hizo el viaje del desposado, dejándole sin un solo maravedí; y fué tanta la pesadumbre que desto recibió el perdidoso, que se arrojó en el suelo y comenzó a darse de calabazadas por la tierra.
En uno de estos recodos otra cosa no menos indefinida y malévola, se arrojó sobre él con una blasfemia, encarándole una pistola y requiriéndole la bolsa o la vida.
Apenas llegó la señorita Margarita á la plataforma y arrojó una mirada en el espacio que se abrió entonces ante ella, cuando la vi colocar oblicuamente la mano sobre sus ojos, como si sintiese un súbito desvanecimiento. Apresuréme á llegar á su lado. Este bello día al aproximarse á su fin alumbraba con sus últimos resplandores una escena grande, asombrosa y sublime, que jamás olvidaré.
¡Qué carrera! continuó . Es de los que llegan jóvenes á los grados más altos, como los generales de la Revolución... ¡Y qué de hazañas! El militar sólo había mencionado ligeramente en sus cartas algunos de sus actos, con la indiferencia del que vive acostumbrado al peligro y aprecia en sus camaradas un arrojo igual.
Por lo tocante á Serviodeo, como natural de Siria, no hay la menor duda; y en cuanto á Rogelio es de creer que hablase aquella lengua, como casi todos los mozárabes españoles, cuando se arrojó á evangelizar á los mahometanos.
Pues en la Variante se cuentan las cosas de otro modo: Hero visitaba a Leandro, no pasando el Helesponto a nado, sino en un barquichuelo, y a la vela. Un día se le puso el esquife quilla al sol, y Leandro, que lo presenciaba, se arrojó al mar y sacó a Hero medio asfixiada y hecha una sopa. En aquella soledad no había con qué socorrerla.
Siendo inútiles todos los esfuerzos que doña Brígida hizo para que se durmiese a una hora racional, le arrojó de casa sin conmiseración. Don Jaime pidió permiso para sacar debajo de la talma azul gendarme que usaba por las noches, un viejo fusil de chispa que había en el desván. La magnánima señora se lo otorgó a condición de llevarlo descargado. Salió después Alvaro Peña.
Os hago feliz puesto que os hago sentir dijo Dorotea enjugándose los ojos y apurando de un trago la copa, después de lo cual tomó un pedazo de jamón y se lo llevó á la boca. Quevedo la miraba profundamente. Dorotea arrojó el bocado sobre el plato. ¡Oh! no puedo, no puedo; me mataría como si fuera un veneno.
Estando sola en el mundo, sola en cuanto á depender de la sociedad, y con la pequeña Perla á quien guiar y proteger, sola y sin esperanzas de mejorar su posición, aunque no hubiera desdeñado semejante idea, arrojó lejos de sí los fragmentos de una cadena hecha pedazos. La ley universal no era la ley de su espíritu.
Palabra del Dia
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