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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Apenas pronuncia tal ruego, cuando queda convertida en laurel. Apolo le concede una eterna primavera: sus hojas, siempre verdes, coronarán la cabeza, el arpa y la aljaba del dios.
Sentada al piano, moviendo el arco de su violín, haciendo gemir un oboe o las cuerdas del arpa o el tiple, cantando «bambucos» con su voz delicada y justa, componiendo trozos como el Alba, que es una perla, siempre está en la región superior del arte. No conoce la poesía sencilla e íntima de nuestra naturaleza americana aquel que no ha oído cantar a dúo un «bambuco» colombiano a las Stas. Tanco.
Era de su madre, la pobre señora pálida y enferma que compartía su vida entre el rezo y la adoración a un hijo para el que había soñado las mayores grandezas. El otro tal vez había pertenecido a su abuela, aquella americana de los tiempos del romanticismo, que aún parecía estremecer el caserón con el roce de sus blancos vestidos y los susurros de su arpa.
Actuun 1. 18. REOS RELAJADOS EN PERSONA, O EN ESTATUA, que salieron en el tercer Auto del día 6 de Mayo de 1691. Miguel Martí del Arpa, negociante de oficio, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de cincuenta años, reconciliado y preso segunda vez por judaizante relapso.
Esta pasará por delante de su casa cuyas conchas atestadas de castilas le mantendrán la vanidad, Concluída la procesión hará los honores de la casa, dará doscientas vueltas alrededor de la sala, ofrecerá sin cesar en bandejitas de cristal, pequeños bullos y secos tabacos, bailará y hasta hará vibrar en el arpa los recuerdos de alguna canción morisca ó evocará la triste historia de Atala, desfigurada por la sangrienta mano de algún joven filósofo.
La canción esa me la sé yo de la cruz á la fecha, y mi arpa la conoce tan bien como yo, dijo el músico. Y si este señor predicador, añadió mirando á Roger, no tiene en ello inconveniente, la tocaré y cantaré en obsequio de este valiente arquero.... Muchas veces recordó después Roger el animado y pintoresco cuadro que presentaba la sala del Pájaro Verde en aquellos momentos.
Y desfilaban por el oratorio cinematógrafo, la cueva de Covadonga; un árbol fantástico de la Reconquista «donde el guerrero colgaba su espada, el poeta su arpa, etc., etc.», pues todos acudían a colgar cualquier cosa; los siete siglos de batallas por la cruz, plazo algo largo, mediante el cual fue expulsada del suelo español la impiedad sarracena.
La banda roja que sujetaba el arpa y un anillo que le vió brillar en la siniestra mano, le bastara a probar que tenía delante a don Lope, si ella ya con su vista no hubiera recogido aquella galana figura, para conferirla con el retrato que llevaba en su corazón, sacando de todo en claro que quien se hallaba delante era verdaderamente su antiguo y fiel amante, tantas veces pregonado por la fama en Italia y Alemania, y tan altamente estimado por el emperador Carlos V. Para mayor placer suyo, pues ya sin duda alguna estaba bien segura de quién era, hubo de oirle las endechas siguientes, que al mismo son del arpa cantó el caballero, vencido de tanto encarecimiento como se le hacía.
Luego hizo de sí improvisa muestra, junto a la almohada del, al parecer, cadáver, un hermoso mancebo vestido a lo romano, que, al son de una arpa, que él mismo tocaba, cantó con suavísima y clara voz estas dos estancias: -En tanto que en sí vuelve Altisidora, muerta por la crueldad de don Quijote, y en tanto que en la corte encantadora se vistieren las damas de picote, y en tanto que a sus dueñas mi señora vistiere de bayeta y de anascote, cantaré su belleza y su desgracia, con mejor plectro que el cantor de Tracia.
Pocos son los que no saben tocar la vihuela y el arpa , instrumentos de que se sirven para acompañar sus cantos amorosos; y tal es la causa de que los jóvenes, así en Madrid como en otras poblaciones, recorran de noche las calles con guitarras y linternas.
Palabra del Dia
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