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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Compraron dulces para la niña, estuvieron un rato viendo bailar al son de la gaita; después se pararon delante de la giraldilla; por último, se fueron a donde sonaba el violín y el arpa, y tuvieron ocasión de ver entre las parejas a su hermano Pablo estrechando la cintura de la hermosa Ramona. Por cierto que, al advertir su presencia, el bizarro joven se inmutó un tanto.
Movían sus cabezas los olmos, los pinos, las carrascas, las encinas; vibraba la orquesta inmensa del bosque, y de un extremo a otro esparcíase el lamento de la sinfonía salvaje, despertando los ecos en las cañadas, aguzándose en las alturas, volviendo a descender en busca de nuevas masas de árboles que repitiesen este suspiro de arpa temblorosa.
Una ropa corta de fino paño pasada por los hombros le cubría hasta la rodilla; las calzas eran a la francesa, que solían llamar de Francisco I, y las botas eran de gamito de Flandes: todo mostraba que venía del lado allá de Europa, y cuando no, bastaría a certificarlo su arpa pequeña que traía en la mano, y ayudando a sostenerla por los hombros con una banda encarnada.
Cuando la densa bruma Los valles enlutaba, Cuando la blanca espuma Los mares circundaba, Cual mágicos concentos Nacian los acentos Del arpa de Ossian. Al eco melodioso La bruma relucía, Y en carro vaporoso Celeste aparecía Poblando la colina, La sombra de Malvina, De Morven y Fingal.
Hubo un herido; chillaron las mujeres; el hombre del arpa salió corriendo llevando á cuestas su instrumento, que gimió de dolor al chocar con las rejas salientes de la calle; acudieron los vecinos, y llegaron al fin los policías, que rondaban esta noche más que en el resto del año, conociendo por experiencia los efectos de la aglomeración en la fiesta del Señor del Milagro.
Dejóse la bacía en el suelo, con la cual se contentó don Quijote, y dijo que el pagano había andado discreto y que había imitado al castor, el cual, viéndose acosado de los cazadores, se taraza y arpa con los dientes aquéllo por lo que él, por distinto natural, sabe que es perseguido.
Lo garantizamos bajo nuestra fe de periodistas y de ciudadanos...» La Mañana contestó este suelto. Al leer estas pérfidas líneas, se extremeció Jacinto con justa cólera. Vibrante como una arpa agitada por los esqueléticos dedos del huracán, su alma estalló en protestas e imprecaciones.
El espacio es cristal; fulge y ondula cual la cuerda de un arpa estremecida, y mientras más el término se azula, más bellos son los sueños de la vida. ¡Soñar! ¡Vivir...! Soñar bajo las cañas y vivir a su sombra eternamente, sin sentir esas penas tan extrañas que ensombrecen el alma lentamente.
13 Mira, la tierra de los Caldeos. 14 Aullad, naves de Tarsis; porque destruida es vuestra fortaleza. 15 Y acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta años, como días de un rey. Después de los setenta años, cantará Tiro canción como de ramera. 16 Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que tornes en memoria.
El concierto infinito, remedo de todas las interjeciones, los gritos y lamentos de la Creacion, habia comenzado. Durante una hora la inmensa arpa metálica nos hizo oir todos los ecos, los rumores, los cantos, las sinfonías, las detonaciones de esa arpa viviente de millones de cuerdas siempre vivas y vibrantes, que se llama Naturaleza.
Palabra del Dia
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