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Actualizado: 26 de julio de 2025
Genio, inspiracion divina, Fuego devora mi mente, Y siento en el alma ardiente Una llama circular... Mas ¡qué importa! si á la tumba Pronto caerá el genio mio, Como el torrente bravío Que vá á morir en el mar!
Yo ahogaré en mi pecho el grito de inmensa felicidad que al volverla á ver de nuevo el amor me arrancará. Yo la dejaré camino viéndola, triste, pasar sin pedirle una sonrisa que calme mi ardiente afan.
Allí abajo, sin embargo, estaba la lagartija. Giró nuevamente alrededor, resopló en un intersticio, y, para honor de la raza, rascó un instante el bloque ardiente. Hecho lo cual regresó con paso perezoso, que no impedía un sistemático olfateo a ambos lados.
¡Oh! sí la dije no puedo vivir separado de ti. Y acercándome a ella, la abracé y la besé en la boca de una manera ardiente. Amparo dio un gritó, se retiró y me miró de una manera profunda. Yo me rehice. He visto la carta en que te anunciaban el triste estado de nuestro amigo la dije. ¡Oh! sí dijo ella rehaciéndose a su vez yo corrí, volé; pero... añadió tristemente todos hemos llegado tarde.
Poeta genuino, que sacaba de los espectáculos que veía en sí mismo, y de los dolores y sorpresas de su espíritu, unos versos extraños, adoloridos y profundos, que parecían dagas arrancadas de su propio pecho, padecía de esa necesidad de la belleza que como un marchamo ardiente, señala a los escogidos del canto.
Yo le ayudaré a usted en esa empresa, que no será fácil por desgracia. No lo será... veremos repuso exaltado después de beber con ardiente anhelo . Yo le ayudaré a usted a matar a Currito Báez. Sí, le mataré; así tuviera mil vidas.
Yo te he cubierto con mis besos; el párpado süave, el fresco labio, la blanca frente y el nevado pecho, tu garganta, tus rizos y tus manos... ¡Todo, de amor en el delirio ardiente, mis dedos con afan lo acariciaron!
Remaron toda una noche, teniendo á sus espaldas, como astro de desgracia, el buque ardiente, que enviaba sobre las olas sus resplandores sangrientos. Al amanecer se marcaron en el disco del sol unas ligeras ondulaciones negras. Era la tierra... ¡pero tan lejos! Dos días vagaron sobre las crestas móviles y los valles sombríos del desierto azul.
Pero es algo incomprensible murmuró Mathys desalentado . ¿Entonces ella misma me quiere poner en peligro para perderme? ¿Qué la puede impulsar a cometer semejante locura? ¿Qué fin puede tener en vista? Lo que la impulsa es el odio ardiente que os tiene; y al acusaros de un crimen ante mi, quiere impedir nuestro casamiento.
Así, cuando aparece un joven como Llot, que a un corazón puro y a una piedad ardiente une el talento, la ilustración, la elocuencia... ¡Padre, por Dios! exclamó Godofredo angustiosamente.
Palabra del Dia
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