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Actualizado: 20 de junio de 2025


¡Vaya una ganga el ser hereje! ¿Qué utilidad trae el ser hereje?... Y cambiando bruscamente de tema preguntóle: ¿Cómo va ese aquelarre que habéis hecho en los Cuatro Caminos? Se refería al asilo de ancianas, del cual era D.ª Carmen la principal protectora. Va muy bien. Sólo que la marquesa de Alcudia no quiere continuar siendo tesorera. No sabemos a quién se ha de nombrar.

Era una procesión de aquelarre, una cáfila de infierno, y hasta la luz matinal se tornaba siniestra al alumbrar de lleno las palideces patibularias, las femeninas guedejas lodosas de sudores febriles y polvo subterráneo, las atroces pupilas que parecían conservar aún la expresión de terror y de súplica que tomaron en el tormento.

Aquí, en donde el águila teatral brillaba, cubierta de oro, el oscuro murciélago hace su aquelarre de media noche. Aquí, en donde la cabellera dorada de las damas romanas flotaba al viento, se balancean ahora el cardo y la caña.

Buenos chicos, ¿eh? dijo Elías, riéndose como deben reír los brujos en el aquelarre. El sobrino no contestó, contentándose con encomendar mentalmente á Dios á su buen amigo Alfonso Núñez. ¡Tengo un plan!... añadió el fanático con cierta satisfacción de mismo, plan soberbio. Si supieras, Lázaro. Pero eres muy tonto y no puedes comprender esto. Son buenos chicos esos que te he dicho, ¿no?

Hablando con franqueza, Don Diego de Pastrana queda muy por bajo de Valentín, en ser individual y propio. Lo que ocurre en el aquelarre, donde Mefistófeles lleva a Fausto para distraerle, sería en gran parte, no ya impertinente, sino también inconveniente, si el drama fuese sólo drama, y no drama y poema trascendental.

Después del asesinato de Valentín, Fausto se queda tan fresco, y para distraerse, se larga al aquelarre á bailar un fandango con varios brujas jóvenes, altas de pechos y ademán brioso. Margarita, entretanto, ha acudido con muchas comadres del barrio y otra gente desocupada, á ver morir á Valentín, que le echa un largo discurso, llamándola metze, coram pópulo, por si alguien no se había enterado.

ACTO II. Todo este acto es un aquelarre pagano y clásico en contraposición con el aquelarre romántico y correspondiente al cristianismo, que se lee en la parte primera.

Así colocadas y con extraño silencio recorrieron los talleres, dando no qué aspecto de aquelarre a la bulliciosa fiesta. Al punto recibió título aquella nueva y lúgubre comparsa; llamáronle la Estadea, nombre que da la superstición popular a una procesión de espectros.

Al acercarse al sitio indicado por Martín, oyeron una voz que cantaba. Sorprendidos, fueron despacio acortando la distancia. No serán las brujas dijo Martín. ¿Por qué las brujas? preguntó Briones. ¿No sabe usted que estos son los montes de las brujas? Aquel es el monte Aquelarre contestó Martín. ¿El Aquelarre? ¿Pero existe? . ¿Y quiere decir algo en vascuence, ese nombre?

Aquellos pajarracos no se comían, pero Frígilis les tenía declarada la guerra porque se burlaban de los cazadores con una especie de ironía, de sarcasmo que parecía racional. Esperaban, fingían estar descuidados, disimulaban su vigilancia, y al ir Frígilis a disparar, escondido tras un seto... volaban los condenados gritando como brujas sorprendidas en aquelarre.

Palabra del Dia

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