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Actualizado: 21 de junio de 2025
Para estimular el apetito de sus compañeros, Melchor comía con exceso y rompía los silencios con observaciones más o menos felices, destinadas a reanudar la conversación y a disipar alguna sombra en el espíritu de sus dos amigos.
Hay, hermano cura, que la pobre Carmen, mi sobrina, está enamorada, muy enamorada, y ya no puede disimularlo ni tener tranquilidad: está enferma, no tiene apetito, no duerme, no quiere ni hablar. ¿Es posible? pregunté yo alarmadísimo, porque temí una revelación enteramente contraria a mis esperanzas. ¿Y de quién está enamorada Carmen, puede decirse?
¡Oh, París! ¡No hay mas que un París! ¿Qué dice usted de esto, Robledo? Pero como Robledo era un salvaje, sonrió con una indiferencia verdaderamente insolente. Comieron sin tener apetito y bebieron el contenido de una botella de champaña sumergida en un cubo plateado, que parecía repetirse en todas las mesas, como si fuese el ídolo de aquel lugar, en cuyo honor se celebraba la fiesta.
Sentía tal voluptuosidad penetrante teniendo a su hijo colgado a sus pechos, mirándola con ojos graves, acariciándole la cara con su manecita mientras saciaba ávidamente el apetito, que no cambiaría aquellos momentos por todos los goces de la tierra. ¿Por ventura se refugiaría la joven esposa en el amor maternal con tanto ímpetu para consolarse de algunas decepciones conyugales?
Para entender esto se ha de presuponer tambien, que la verdadera felicidad y el verdadero bien del hombre es Dios; y teniendo apetito de su bien y de su felicidad, tiene tambien apetito de poseer á Dios. Quando Adan estaba en el Paraíso antes del pecado, tenia conocimiento claro de esta felicidad, y de este bien; de suerte, que con él descansaba, y tenia toda suerte de contento y alegria.
¡Cielos! ¡Dos días aún! ¡Una eternidad para mí! Pensé que en dos días había tiempo suficiente para morirse de pena, y si no es de pena por lo menos de hambre, pues sentía que me faltaba el apetito y no comería a manteles mientras no se resolvieran mis dudas. ¡A quién acudir en aquellas críticas, terribles circunstancias!
A Kane aparenta divertirle esto, y hace asomar la risa á nuestros labios cuando nos lo cuenta: «Lloraban dice, y entonaban todo género de lamentos, mas, no perdían el apetito.» Los maridos, los padres de los rehenes, devuelven los objetos sustraídos y toman la cosa buenamente, cual hombres inteligentes que no tienen para oponer á los revólvers norte-americanos otras armas que huesos de pescados.
Cuando estuvo solo, el ministro llamó á un sirviente de la casa y le pidió algo de comer, lo que traído que fué, puede decirse que despachó con voraz apetito; y arrojando á las llamas lo que ya tenía escrito de su sermón, empezó acto continuo á escribir otro, con tal afluencia de pensamientos y de emoción que se creyó verdaderamente inspirado, admirándose sólo de que el cielo quisiera transmitir la grande y solemne música de sus oráculos por un conducto tan indigno como él se consideraba.
Bernardo, el quintero de la Marquesa, era su amigo, y cuando el anciano sacerdote se había demorado en sus visitas a los pobres y enfermos, cuando el sol tocaba a su ocaso y el abate sentíase fatigado y con apetito, deteníase, comía en casa de Bernardo un buen plato de tocino con papas, vaciaba su jarro de sidra, y luego, concluida la cena, Bernardo enganchaba su viejo cabriolet para conducir al cura hasta Longueval.
Después de expresar con un gran suspiro la lástima que tenía de este pobre país, seguía tomando su café con indolencia, pero con apetito, porque para D. Basilio era verdadero alimento, y lo tomaba colmado, en vaso, y dejando rebosar todo lo posible en el plato para trasegarlo después frío al vaso.
Palabra del Dia
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