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Actualizado: 21 de julio de 2025


Cuando oía describir los rigores que Velázquez había usado en otro tiempo con una de sus amantes llamada la Pitillera, y que esta mujer, lejos de aborrecerle, le adoraba cada día con pasión más firme, quedaba confusa sin comprenderlo; pero sentía cierto cosquilleo interno, mezcla de temor, de curiosidad y apetito ¿Qué será eso? Lo supo más pronto de lo que imaginaba.

En fin, tirando el sombrero sobre la nuca, estirando la pierna, empinando el vientre, bostecé formidablemente. Mucho tiempo rodé así por la ciudad, bestializado en un goce de Nabab. Súbitamente, un brusco apetito de gastar, de disipar oro, vino a llenar mi pecho como una ventolina que hincha una vela. ¡Pára, animal! grité al cochero. El coche se paró.

La Voluntad censura las inoportunas advertencias de la Memoria, y aconseja seguir la senda más bella y desahogada. El Alma vacila, no sabiendo qué rumbo emprender. Preséntase entonces el Demonio, como señor de la barca; el Amor propio, el Apetito y otros vicios, en traje de marineros, y cantan así: Hoy la nave del contento Con viento en popa da gusto Donde jamás hay disgusto.

Sus caractéres principales en los niños son: lentitud en la osificacion, retardo en osificarse las fontanelas, cabeza voluminosa, huesos blandos, flexibles; en los niños, como en los jóvenes, venas abultadas, ojos tristes y con ojeras azuladas, desarrollo exagerado del sistema linfático, apetito voraz, adipsia, grande impresionabilidad al frio, movimientos congestivos en las partes superiores, vértigos frecuentes, debilidad muscular, apatía.

Antes de arreglarse había almorzado precipitadamente, con poca gana, porque no le gustaban visitas tan serias, ni sabía lo que en ellas había de decir. La idea de soltar alguna barbaridad o de no responder derechamente a lo que se le preguntara, le quitó el apetito... Y bien mirado, ¿qué necesidad tenía ella de visitas de curas?

Con voz doliente murmuró una queja interminable contra el mar. Desde su entrada en el buque, la salud parecía haber huido de su cuerpo. Otros cantaban a todas horas, como si el aire salino y la inmensidad azul les diesen nuevas fuerzas, excitando su apetito.

Seguía en un estado de agitación bien visible. D. Martín la embromó acerca de su falta de apetito. ¿Estaría por ventura enamorada? A pesar de su inclinación a la iglesia, él apostaba a que había de concluir apasionándose violentamente. De una sola ojeada conocía él los temperamentos destinados al amor.

Así que sacié mi apetito, levantó la mesa la sirvienta, se encendió un espléndido fuego en el hogar, y nos sentamos, el cura y yo, cada uno a un lado de la chimenea. Veamos, pues, Reina, hablemos seriamente. ¿Qué tienes que contarme? Adelanté mis piececitos hacia las llamas del hogar y respondí tranquilamente. Mi cura, me muero.

Después de comer con excelente apetito y de dormir una buena siesta, para reposar de las fatigas del viaje, fray Antonio recibió en su celda al padre guardián, fray Domingo, y habló a solas con él sobre el importante asunto que le había impulsado a ir a aquella santa casa. por fama le dijo el extraño caso de mi señora doña Eulalia, hija única del ilustre caballero D. César del Robledal.

Pero ésta no sentía apetito, no quería nada; y al fin, por no contrariarle, pidió una botella de cerveza. Otras parejas ocupaban los rincones, silenciosas, en íntimo contacto por debajo de la mesa y devorándose con los ojos. Maltrana se creía en un mundo nuevo, mejor que el que había conocido hasta entonces. ¡Viva la alegría de la vida... y el helenismo también!

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