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Actualizado: 7 de junio de 2025
Cuando hay un poco de corazón, se apetece otra cosa... ¿Por qué no te casas? dijo la brigadiera secamente y sin levantar la cabeza.
Cobo se hizo afectadamente el distraído. ¿Os ha pasado ya la berrenchina? siguió la viuda dirigiéndose a sus hijos . ¿Cuánto durarán las paces?... ¡Jesús, qué criaturas tan picoteras!... Mirad, yo no voy a vuestra casa porque cuando os encuentro con morro me apetece tomar la escoba y romperla en las costillas de los dos.... Los tertulios se volvieron hacia los jóvenes esposos sonriendo.
Ambos, callados y taciturnos, contemplaron largamente la hoguera que Linón atizaba pausadamente. Pero la morenita concluyó por impacientarse de este silencio. ¿Por qué no bailas, Jacinto? Porque á mí sólo me apetece bailar contigo. Pues entonces puedes sentarte y esperar, porque va para largo. ¿No me quieres por pareja? Sí, pero más tarde... el día en que principies á afeitarte.
Todos apetecen naturalmente la vida y la salud; y pareciéndole al que está enfermizo que el sano es felíz, apetece la felicidad de este, y alguna vez se engaña, porque aun con la salud está lleno de otras miserias, que tal vez son de mayor peso que la enfermedad.
El cadete le dejó respetuosamente la acera. Mozo, una copa... ¿de qué, D. Miguel? De agua. ¿Cómo de agua? dijo sorprendido y un tanto amostazado. Es lo único que me apetece en este momento. ¿Pero?... ¿No quería V. antes darme una satisfacción? Sí señor. Pues deme V. ahora la de dejarme beber agua, puesto que tengo sed.
Las mujeres de la villa no podían reprimir el entusiasmo y le prodigaban en voz alta mil adjetivos a cual más lisonjero. ¡Mírala, mírala qué preciosa va, mujer del alma! ¡Si apetece comérsela a besos! ¡Y qué traje tan rico lleva! Dicen que ha venido ex profeso de París. No ha querido vestirse de tisú.
Bueno, pues cásese usted con ella murmuró con timidez el sillero. Le diré a usted repuso sin inmutarse D. Laureano. Hace ya muchísimo tiempo que no pienso en otra cosa. Mi felicidad mayor consistiría en poderla llamar esposa y presentarla en todas partes como tal... pero... pero el hombre pocas veces consigue lo que apetece con ansia.
¿No oyes? me dijo Gloria, mientras una sonrisa feliz se esparcía por su rostro . Son las niñas que están en récréation. ¿No te apetece ir a jugar a los aros o al volante? le pregunté riendo. Un poquito, no creas. Nos introdujeron en el locutorio, que era una gran pieza cuadrada y bastante clara, partida al medio por una reja.
De este modo, en el barco puede una darse mejor vida que las otras y dormir aparte, y comprar en la cantina lo que se le apetece, y hasta hacer una cariá, que crea usted que viene aquí gente bien necesitá de que la ayuden. ¡Y allá vamos toos, don Isidro!... Dicen que aquello del Buenos Aires es muy hermoso, y que no hay más que agacharse en las calles pa dar con una onza de oro.
Es preciso, pues, que haya cierta relacion y respeto entre Dios y el hombre, de manera, que este ha de conseguir sus bien fundados deseos con la posesion de Dios, porque así poseerá todo lo que apetece; y Dios le dá al hombre el conocimiento que necesita para ir ácia él, y le mueve la voluntad; y como todos los conocimientos, que para estos fines se requieren, no puedan tenerse por la luz natural del entendimiento, ya porque esta no excede ciertos límites, ya tambien porque en saliendo de ellos para las demas averiguaciones que necesita, facilmente cae en el error, por eso es preciso que las luces naturales las fortalezca con las de la revelacion.
Palabra del Dia
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