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Actualizado: 27 de junio de 2025
Recordaba la obscura selva con su pradillo solitario, y el amor y la angustia de que había sido testigo; y el tronco mohoso del árbol donde, sentados, asidos de las manos, mezclaron sus tristes y apasionadas palabras al murmullo melancólico del arroyuelo. ¡Cuán profundo conocimiento adquirieron entonces de lo que eran en realidad uno y otro! ¿Y era éste el mismo hombre?
Estas caricias apasionadas por parte de una persona tan avara de expansiones conmovió a Fabrice hasta lo íntimo del corazón, como si esos cariños hubiesen sido concedidos a él mismo, y todos sus temores, todas sus ansiedades se desvanecieron al soplo de esos besos.
Y entretanto las cartas amantísimas de su madre eran contestadas de tarde en tarde y en breves líneas, y las cartas apasionadas y sinceras de su novia muchas veces las leía Ramona antes que él y las de sus amigos no merecían en muchos casos más que una mirada de burla o de encono...
Las censuras severas, que su buen juicio le dictaba, salían de sus labios neutralizadas ya por la sonrisa y por la blanda languidez del acento con que las profería, y acababan de perder todo su valor, convirtiéndose en apasionadas muestras de gratitud, merced a las miradas cariñosas con que las acompañaban sus ojos. Doña Luz distaba mucho de ser vana, y distaba más aún de ser codiciosa.
Entrega á Roberto, para demostrarle su ilimitada confianza, un papel en blanco con su firma, para que lo llene en libertad, resolviendo Roberto cumplir sus deberes de súbdito, opuestos á sus deseos de padre. La escena se traslada á la corte de Sicilia, en donde vemos primero al Condestable de este reino, que nos revela con frases apasionadas que ha visto á Blanca, y le ha inspirado amor ardiente.
Cuando más adelante libra á Alfonso de grave peligro de muerte, se lisonjea de haber conseguido la realización de su más ardiente deseo: logra una sortija que ha de servirle de señal para rescatar al conde de Saldaña; apresúrase á encaminarse con ella á la cárcel; estrecha entre sus brazos á su padre, á quien deseaba conocer tanto tiempo hacía, y lo besa con ardor; pero permanece en la más absoluta inmovilidad, sin responder á sus apasionadas caricias, y sus miembros parecen yertos é inflexibles.
Entre aquellas cartas, la mayor parte insignificantes o reveladoras de cosas ya conocidas de Ferpierre, había algunas que el Príncipe había escrito a su amiga en los preliminares de su amor. Eran tan apasionadas y fervorosas, que casi se exhalaba de ellas un hálito ardiente: las palabras suspiraban, cantaban, ardían con llama viva.
Después que se alejan el Rey y Roberto, expresa el Condestable, en frases apasionadas, los diversos sentimientos que lo agitan, y su confusión se hace mayor cuando se abre de repente ante sus ojos la entrada oculta en la pared, y se presenta una criada que trae una carta de Blanca para el Rey. Se apodera de ella y sabe, al leerla, que Blanca se ha casado sólo por vengarse.
También en Calderón se observa este claro-oscuro, porque si bien, por un lado, las tendencias de La devoción de la Cruz y de El purgatorio de San Patricio, indujeron á exclamar al estimable, aunque algo parsimonioso, Sismondi, que Calderón era el poeta de la Inquisición, al examinar, por otro, algunos dramas suyos de la misma clase, como El Príncipe constante y Crisanto y Daría, podrán apellidarlo cándido y santo, y añadir que, sin padecer injuria alguna del tiempo transcurrido, ha compendiado en sí las flores más bellas de la civilización más elevada y más tierna, evocando de su purísimo corazón el eterno amor de la religión y del alma humana . Se ha dicho que esta misma fe religiosa eran la sangre y la vida de Calderón, y que á ella se deben las emociones más apasionadas y profundas, que ha sabido evocar en los ánimos.
Cuidado, Rafael... me hace usted daño, suélteme usted. Y como si despertara en pleno peligro después de un dulce sueño, se estremeció, desasiéndose con nervioso impulso. Después comenzó a hablar con calma, repuesta ya de la embriaguez con que le habían turbado las apasionadas palabras de Rafael. No, lo que él deseaba era imposible.
Palabra del Dia
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