Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de junio de 2025


Cuanto más furioso se ponía Cobo, más se gozaba en humillarle delante de la niña por quien ambos suspiraban. Pero la decoración cambió cuando Cobo irritadísimo, viéndose perdido, llamó en su auxilio al general Patiño. Vamos a ver, general, usted que es una de las eminencias del ejército, ¿cree que está bien dicho azorarse?

Y todos, los que habían conocido el amor y los que no lo habían conocido jamás suspiraban y bebían vino ávidamente.

Las señoras no suspiraban; miraban los devocionarios abiertos y hasta pasaban hojas. Los inteligentes opinaban que el prelado «se había descompuesto», tal vez se había perdido. «Aquello era sacar el Cristo». El púlpito no era aquello. Glocester, desde un rincón, se escandalizaba para sus adentros. «¡Pero eso es un cómicopensaba; y pensaba repetirlo en saliendo.

Emancipados ya de la silla de Oriente los que aqui vivian, sentian mas que nunca la necesidad de recordar los templos y lugares en que estaban vinculados los recuerdos de Mahoma; suspiraban por no poder visitar Zahara, Meca, Medina, todos esos pueblos en que empezó á constituirse su nacionalidad y su independencia; no deseaban mas que ver reproducida de algun modo en Occidente la memoria de los hechos consignados alli en el pavimento de sus mezquitas, en las piedras de sus muros y en las praderas de sus fecundos valles.

Extrañábase ahora de su anterior torpeza, que le había hecho contemplar a Margalida, meses y meses, como una niña, como un ser asexual, sin percatarse de sus gracias. ¡Qué mujer!... Recordaba con desprecio aquellas señoritas de la ciudad por las que suspiraban los militares recluidos en la fonda.

Gemían unas, suspiraban otras, y se secaban los ojos muy á menudo con la orilla del delantal, ó con el dorso de la mano, mientras hormigueaban entre ellas los muchachos con el escozor de la curiosidad. Hablaba él con todos sin mirar á nadie, forjando los secos razonamientos á empellones, como si derribara las palabras de sus hombros y les diera el acento con los puños.

Allí quedaron 40,000 franceses vencidos casi sin combatir: 3,000 muertos, 20,000 prisioneros, entre ellos siete generales, muchos miles dispersos, 45 cañones y todos los pertrechos en poder de Castaños. Mis dos compañeros, como leales franceses, suspiraban al atravesar el campo de Baylen. No crea U., me decian ámbos con noble sinceridad, que nos hace suspirar el recuerdo de la derrota; no.

Y al pensar en esto suspiraban los de la tienda de Cascos; de Cascos, que había muerto dejando a la viuda la herencia de los paños, de la clientela y de los tertulios ex románticos, ya todos demasiado entrados en años y en cuidados, y muchos en grasa, para pensar en sensiblerías trascendentales.

La chiquillería asomábase con ávidos ojos, y corría después a dar cuenta a sus madres de este banquete de reyes: Mi dai: en casa del Mochuelo toman callardó. Dicen que han hecho un buen chambo. Y las madres suspiraban con envidia. ¡Qué suerte la de algunas gentes! En otras casas sonaban gritos desesperados, estrépito de lucha, golpes en las paredes.

Su mayor placer era que las damas les diesen la mano. ¡Bendita guerra que les permitía acercarse y tocar á estas mujeres blancas, perfumadas y sonrientes, tal como aparecen en los ensueños las hembras paradisíacas reservadas á los bienaventurados! «Madama... Madama», suspiraban, poblándose al mismo tiempo de llamaradas sus pupilas de tinta.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando