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Actualizado: 10 de junio de 2025


Líbreme Dios de meterme en embrollos y en obscuridades; que no soy yo cortesano de los que hoy se usan, ni mis consejos serían para seguidos; y pues mejor es no aconsejar que aconsejar al aire, dejadme ir á donde mis consejos se oyen y aprovechan, y no me queráis aquí; que en cuatro días que hace que en esta última vez en la corte ando, han sucedido cuatro mil desgracias.

Figúrate que cuando va de viaje y en alguna casa le ponen sábanas con guarnición, tiene la paciencia de deshacer la cama para meter los encajes debajo del colchón..., a los pies... A tampoco me gustan, pero si me las ponen, me conformo... Papá tiene muchas manías: todas las noches se ha de quedar dormido con el cigarro en la boca... Yo ando cerca de su cuarto dando vueltas hasta que observo que se duerme, y entonces entro muy despacito, le quito el cigarro de la boca y apago la luz... ¡No tires tanto, que ya me duelen los brazos!... La verdad es que te obligo a hacer unas cosas bien impropias de un militar, ¿no es verdad?

Todo está silencioso; los troncos se yerguen desnudos, negruzcos, con manchas de líquenes verdosos; las violetas crecen, moradas y olorosas, entre el césped. No es mucho lo que ando yo por estos paseos: inmediatamente regreso y me cuelo en el Ateneo o en la Biblioteca. Y después que he leído un largo rato, cojo unos papeles blancos y voy escribiendo en ellos cosas verdaderamente tremendas.

Sus conmovedoras aventuras las relataba tranquila y naturalmente, sin fanfarronadas ni demostraciones de alarde, y su manera sencilla y verdadera me demostró que era uno de esos hombres que aman la vida de aventuras por sus vicisitudes y peligros. Y ahora ando detrás de los molinetes de Inglaterra añadió riendo.

Se presentó un día a la señora, y con la disculpa de que la plancha le hacía daño pidió la cuenta. No se le ocultó a Amalia la verdadera razón, pues tenía conocimiento de sus murmuraciones. Disimuló, sin embargo. , hija, comprendo que el planchado te aburra. no gozas de mucha salud. También yo ando malucha hace días.

Me parece que la vida se ha derrumbado a mi alrededor y que ando por el vacío, hiriéndome en los escombros. Lo más cruel es que, desde el momento en que me vio coger las cartas de Lautrec, me juzga severamente, me cree culpable, y no puedo desengañarlo...

Estaba Cardenio entonces en su entero juicio, libre de aquel furioso accidente que tan a menudo le sacaba de mismo; y así, viendo a los dos en traje tan no usado de los que por aquellas soledades andaban, no dejó de admirarse algún tanto, y más cuando oyó que le habían hablado en su negocio como en cosa sabida -porque las razones que el cura le dijo así lo dieron a entender-; y así, respondió desta manera: -Bien veo yo, señores, quienquiera que seáis, que el cielo, que tiene cuidado de socorrer a los buenos, y aun a los malos muchas veces, sin yo merecerlo, me envía, en estos tan remotos y apartados lugares del trato común de las gentes, algunas personas que, poniéndome delante de los ojos con vivas y varias razones cuán sin ella ando en hacer la vida que hago, han procurado sacarme désta a mejor parte; pero, como no saben que yo que en saliendo deste daño he de caer en otro mayor, quizá me deben de tener por hombre de flacos discursos, y aun, lo que peor sería, por de ningún juicio.

Yo, por el deseo de defender á usted, ando ahora mezclado en las cosas de la política y me honro con la amistad del elocuente Gurdilo. El gobierno sabe que el tribuno se interesa por el Hombre-Montaña, y como teme á su palabra vengadora, se cuidará bien de autorizar tal crimen. No obstante su confianza en el miedo de los gobernantes, dudaba de que Momaren abandonase sus malos propósitos.

¡Ay! ¡ay! ¡ay! ¿Ahora salimos con que tiene usted vergüenza?... y... ¡voto va! Dijéralo usted al principio. Usted es incorregible. Pues, amigo, voy a concluir: hace muchos años que ando por este mundo, y las más de las polémicas que he visto se han decidido por este estilo.

Mendieta pensará ya que le olvido, Por ver que en el Perú ando olvidado; Habiéndole yo mismo prometido Decir aquí cuan mal se ha gobernado. Andaba el sin ventura tan metido, Y en fuego del amor tan abrasado, Que las brasas de amor, y vivo fuego Le tienen convertido en niño ciego.

Palabra del Dia

irrascible

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