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Actualizado: 10 de junio de 2025
El arquero Tristán es de este pueblo de Horla y la mujer es su madre, que le da la bienvenida á su manera. ¡Yo te enseñaré, holgazán, perdido, gandul! gritaba la vieja esgrimiendo la vara. Poco á poco, madre, decía Tristán, que ya no ando de vago sino que soy arquero del rey y voy á las guerras de Francia. ¿Con que á Francia, bribón?
11 Mas yo ando en mi integridad; redímeme, y ten misericordia de mí. 12 He caminado en rectitud; en las congregaciones bendeciré al SE
Además añadió con la voz preñada de lágrimas , su madre de usted no me quiere.... Ha dicho que yo soy una chica mala ... que ando tirando piedras. Su madre de usted no me quiere ... usted tampoco. Sólo mi padre me quería y yo voy a reunirme con él. Y la chica, en un momento de arrebato, se acercó al acantilado con intención de tirarse al mar; yo la cogí de un brazo y la retiré de allí.
Paréceme que me dices que ando muy limitado y que me contengo mucho en los términos de mi modestia, sabiendo que no se ha añadir aflición al afligido, y que la que debe de tener este señor sin duda es grande, pues no osa parecer a campo abierto y al cielo claro, encubriendo su nombre, fingiendo su patria, como si hubiera hecho alguna traición de lesa majestad.
Proseguimos en la conversación propia de picaros, y vinimos a dar, de una cosa en otra, en Flandes. Aquí fue ello, que empezó a suspirar y decir: "Más me cuestan a mí esos estados que al rey, porque ha catorce años que ando con un arbitrio que, si como es imposible, no lo fuera, ya estuviera todo sosegado." "¿Qué cosa puede ser le dije que, conviniendo tanto, sea imposible y no se puede hacer?"
PELAYO. Señor, ando por la sierra, Cochero soy del señor. REY. ¿Coches hay allá? PELAYO. Que no; Soy que guardo los cochinos. REY. ¡Qué dos hombres peregrinos Aquella tierra juntó! Aquél con tal condición, Y éste con tanta ignorancia. Tomad vos. Danle un bolsillo. PELAYO. No es de importancia. REY. Tomadlos, doblones son. Y vos la carta tomad, Y id en buen hora. SANCHO. Los cielos Te guarden.
No vengo por mi gusto. Decid, don Francisco, ¿no sois secretario del duque de Osuna? Por secretos del duque, mi amigo, ando en la corte. ¡Malhayan los tales secretos! ¿Por qué decís eso? Porque creo que me habéis sacrificado á ellos. Pues mirad, ignoraba que pudiérais ser víctima. ¿Y á qué dios creéis que os sacrifico? No es dios, es diosa. ¿Diosa? Sí, la diosa ambición.
Pues cuidad, don Francisco, en dónde ponéis los pies, porque palacio está muy resbaladizo. Como ando despacio, señor duque, nunca resbalo; como tengo los pies grandes me afirmo; cuando caigo no es que caigo, sino que me caen. Guarde Dios á vuecencia y le prospere añadió, viendo que el duque había abierto la puerta.
Hija de mi alma contestó el tacaño bajando la voz y poniendo una cara muy compungida, tú no comprendes lo que es un buen rasgo de caridad, de humanidad.... ¿Preguntas por la capa? Ahí te quiero ver.... Pues se la he dado á un pobre viejo, casi desnudo y muerto de frío. Yo soy así: no ando con bromas cuando me compadezco del pobre.
No, hombre no: éstas son tías... primas segundas de mamá... Por supuesto, te lo digo en reserva, porque si ellas supieran que yo ando propalando este secreto, serían capaces de asesinarme, ¿no es verdad, mamá? Pues que quieran o no respondió la brigadiera, son tus tías, y la menor pasa ya de los treinta. Oyes, Julia dijo Miguel hablando otra vez en voz baja. ¿Se te ha declarado ya ese...?
Palabra del Dia
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