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Actualizado: 10 de junio de 2025


Esta respuesta encendió el ánimo de Muza, i lo alentó á conseguir presa tan fácil; i así, habida licencia del Califa, ordenó que el caudillo Taric con escogida caballería desembarcase en las opuestas costas andaluces, para reconocer la tierra. Con quinientos caballeros árabes i en cuatro barcos grandes pasó el estrecho de Hércules, i aportó felizmente á las marinas españolas.

Pero al poco tiempo notó que estos adornos, gloria del establecimiento, si enorgullecían á muchos de los habitantes de la colonia, contribuían igualmente al alejamiento de otros. Los había que eran andaluces como el Gallego y no tenían las mismas razones utilitarias de ésta para sobreponerse á sus preocupaciones.

Por último me llamó mucho la atencion entre los pasajeros un grupo de siete ú ocho españoles de distintas provincias que me divertían mucho. Había entre ellos un gallego de excelente índole y chistosas ocurrencias que á todos agradaba, y no faltaban andaluces, madrileños, un catalán, un mayorquino y algunos habaneros.

Sólo diré que ¡Día feliz! me agrada tanto como cualquiera de los más encomiados y cortos proverbios de Alfredo de Muset: como Un capricho, por ejemplo. Sobre ¡Día feliz!, lo mismo que sobre la novela Justa y Rufina, quiero yo tocar un punto en que ambas obras coinciden: la adulteración de la ortografía para reproducir gráficamente el modo de pronunciar de los andaluces.

No le sacó Nieves de la duda con palabras, por de pronto, ni con un gesto, porque, si le hizo, Leto no pudo pescarle en medio de la obscuridad que los envolvía; pero tras un breve rato de silencio, oyó que le decía la hija de don Alejandro Bermúdez, siempre muy bajito: Tenemos fama de exageradores los andaluces; pero ¡cuidado que usted!... Y además de exagerador, es visionario: ¡pensar que han de dejarle sin aire y sin luz por un hecho que otros publicarían a voces para darse importancia!... ¿Por quién toma usted a mi padre, Leto? ¿Tantos harían por su hija lo que hizo usted esta mañana?

En la pared que cierra esta capilla por el lado de mediodia se ve al esterior un arco árabe con inscripcion al rededor y muy delicadas labores, ya casi borradas con las repetidas enjalbegaduras á que son por desgracia tan aficionados los andaluces de nuestros tiempos. Creemos este arco resto de la primitiva fábrica de la capilla. Capilla de S. Antonio Abad.

De la certeza de este hecho atestigua un contemporáneo de él tan puntual y autorizado como D. Francisco Ariño, que lo relata en su obra Sucesos de Sevilla, cuyo manuscrito original existe en la Biblioteca Colombina y fué publicado hace años por los Bibliófilos Andaluces.

Luego, al saltar a otro país de cocoteros y bosques enmarañados, con ríos como mares, llanuras de infernal ardor, volcanes de cima humeante y lagos suspendidos entre cordilleras vecinas a las nubes, volvía a encontrar vestido de blanco, con el sombrero de paja en la mano, el mismo hidalgo cortés y ceremonioso; la dama de breve pie y ojos andaluces, discreta, juguetona y devota como una tapada de Lope; el antiguo convento colonial con sus torres encaperuzadas de azulejos que desgranan el campaneo de las horas en las tardes ardorosas o las noches lunares sobre calles de rejas ventrudas impregnadas de perfume de naranjo y de jazmín.

Los productos de aguja de las isleñas canarias mezclábanse con la pacotilla chillona venida de Asia. Vendedores andaluces o indostánicos gesticulaban entre los grupos de pasajeros, alabando sus mercaderías con sonora hipérbole española o con un balbuceo mezcla de todas las lenguas.

Enseguida noto que en Emma este elemento de seducción era de los que producían más efecto; ella misma le confesó que había comenzado a fijarse en él, y a encontrarle ángel, como dicen los andaluces, la noche aquella famosa en que había cantado el Barbero... a la fuerza.... ¡Ah, exclamó él sonriendo ; cuando me cazó la Guardia civil!...

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