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Actualizado: 27 de julio de 2025
He hecho... cuanto he podido... en cambio, ella me ha dado acaso, la salvación de mi alma, porque estaba desesperado... y Amparo ha sido para mí un amparo de Dios, porque me ha obligado a amarla: porque amándola, he llenado mi corazón con un afecto, y he podido consolarme y esperar con resignación el fin de mi jornada.
¿Celoso?... ¡Para estar celoso habría debido amarla! ¿Y si la hubiera amado fielmente, a ella sola, me habría ella amado a mí? Ferpierre se quedó estupefacto ante la manifestación de semejante idea. O conservaba un mal recuerdo de las verdades brutales e ingratas de que Vérod había sido apóstol desde joven, o el pesimista, el escéptico se había convertido.
Sea cual fuere tu fallo, hazme la justicia de reconocer dos cosas: la primera, que he procurado entender y practicar el arte literario con aquel criterio y temperamento español más atento a reflejar lo natural que a dar lo imaginado por sucedido: nunca quise hacerte soñar, sino sentir; la segunda, que soy de los apasionados de esta hermosa y magnífica lengua castellana, si huraña y esquiva para quien la desconoce o menosprecia, en cambio agradecida y espléndida para los que, haciendo de ella su Dulcinea, aunque no lleguen a lograrla, tienen honra en servirla y placer en amarla.
En No hay burlas con el amor se nos ofrece una dama presumida y muy llena de su importancia con vis cómica extraordinaria, y á la vez un enredo que consiste en las pretensiones de un galán enamorado verdaderamente de la hermana de aquélla, pero temeroso de los obstáculos que puede suscitarle tan vana é insensata señora, por cuya razón finge amarla y habla con ella con frases rebuscadas, logrando de este modo conseguir el objeto que su pasión le inspira.
Si él se propasaba, estaba segura de resistir y hasta valor sentía para echarle en cara su crimen, su bajeza y arrojarle de casa». Pasaron días y Ana cada vez estaba más tranquila. «No, no se propasaba; no hacía más que admirarla, amarla en silencio.
Ella tiene un carácter angelical. Llena de bondad y sencillez, es capaz de vencer las sugestiones de todo hombre que no sea un vil ó un libertino. Le confieso á usted que, por último, fué tal la fuerza que en mí tomó el primer sentimiento afectuoso y compasivo que me había inspirado, que concluí por amarla.
¿Y está usted seguro de que un día no se irritará su amor y abusará en su posición? ¿Sabe usted el inmenso sacrificio que será para Amparo pertenecer a un hombre a quien no ama? Era necesario para que llegase ese caso que yo dejara de amarla, y que además abdicase de mi corazón y de mi orgullo. ¿Con que decididamente quiere usted casarse con ella? Sí.
Sí, es una locura que se ha apoderado de mí, poco a poco, a pesar mío, pues bien comprendéis... ¡Dios mío! aquí mismo fue donde principié a amarla. ¿Sabéis aquel día que llegó con su hermana?... con los paquetitos de mil francos... con los cabellos sueltos... ¿y la noche del mes de María?... Luego he podido verla libre y familiarmente... y vos mismo me hablabais de ella sin cesar, ponderándome su carácter, su bondad. ¡Cuántas veces me repetisteis que no había en el mundo nada mejor!
Ferpierre se calló otra vez un momento para dar a Vérod tiempo para decir algo, y luego, como éste siguiera silencioso, continuó: El Príncipe no podía querer la muerte de la Condesa cuando volvía a amarla, con un amor vehemente y tímido a la vez, que obligaba, a un rebelde como él, a desistir de su propaganda revolucionaria, a renegar de su pasado, de su fe política, de sus cómplices.
Rafael había querido amarla en los primeros tiempos de su matrimonio. Deseaba olvidar; sentía los mismos arrebatos apasionados y juguetones de aquellos días en que la perseguía por los huertos. Pero ella, pasada la primera fiebre de amor, satisfecha su curiosidad de doncella ante el misterio del matrimonio, opuso en adelante una pasividad fría y grave a las caricias del marido.
Palabra del Dia
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