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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Para ellos, una buena moza de treinta y cinco años es una vieja, y un hombre digno de ser amado debe tener veinte años cuando más. Sólo admiran la existencia en capullo, como en tiempos de la vida de tribu... Y eso cuando en Europa cada año que pasa hace retroceder hasta los confines de la vejez el límite de la edad amorosa. Balzac haría reír hoy con su novela La mujer de treinta años.
Porque soy un enfermo, un desgraciado como tú. Nuestra miseria es la amorosa afinidad.... Además, yo nunca he amado como los demás hombres. He visto en mis viajes las mujeres más hermosas del mundo, sin sentir el más leve escalofrío de deseo. No soy un temperamento amoroso. De mis aventuras allá en París, cuando era joven, salía siempre con un sentimiento de disgusto.
Su placer y su orgullo habían sido pensar, creer, proceder como el ser amado pensaba, creía y procedía. Lo único que le importaba, sobre todas las cosas, era su aprobación. Su pensamiento había sido su guardia y su tutela.
¡Cómo! ¿Magdalena? exclamaron a un tiempo el doctor y Antoñita. Sí. En dos palabras van a conocer a ese hombre: Amaba a Magdalena; él mismo lo confesó y hasta me suplicó que la pidiese para él en matrimonio, precisamente el mismo, día en que acababa usted de concederme su mano. ¡Pues bien! hoy ama a Antoñita como había amado a Magdalena y como había amado a otras diez.
Más aún se afirmó en la idea de lo puro é impecable del extraño é inesperado beso, cuando le dijo el Comendador: Don Carlos me parece un mozo excelente. ¿Le ama V. mucho? Había en el acento de D. Fadrique un suave imperio, al que Clara no supo resistir. Le he amado mucho contestó, pero yo acertaré á no amarle. He sido muy culpada. Sin que lo sepa mi madre le he querido. En adelante no le querré.
Hacer lo que me mandas está llano Con condicion que en el camino cuentes, Quién á tu amado esposo y caro hermano Truxo á los postrimeros accidentes. Amigo, ya el hablar no está en mi mano. Qué tan al cabo estas? qué tal te sientes? Lleva á tu hermano, pues que es menor carga, Y yo á tu esposo, que mas pesa y carga. Salense llevando los dos cuerpos.
Paróse casi sin sentido debaxo de un plátano, y se encuentra con la linda dama de aquella mañana, que se andaba paseando con su amado tio, y que no se pudo tener de risa al ver á Memnon con su parche.
Afeminando la voz de modo burlesco, continuó: Idos a América o a Flandes, hijo mío, o entrad más bien en la Iglesia, y os daremos nuestra capellanía de Santa María del Castillo, en Madrigal: es lo que me decís todo el año. Pero aquesto no basta. Sabéis harto bien que soy amado de Beatriz desde niño y queréis asimesmo que le deje la dama a mi hermano.
¡El rey! Sí, el rey ama á doña Clara: tibiamente, eso sí; pero la ama cuanto puede amar, como no ha amado á ninguna mujer... ya ves: cuando siendo tan devoto y tan temeroso de Dios se ha atrevido á arrojarse á pretensiones... la mujer que ha sido capaz de sacar de quicio á su majestad, tiene no sé qué poder, que Dorotea no tiene... Dorotea, pues, amando al marido de doña Clara es una mártir, y ya que no puedo evitar su martirio, quiero vengarla, y la vengaré.
En este caso, cualesquiera que fuesen las órdenes del Rey, las instrucciones de Sarto y los consejos del General, Flavia se negó a permanecer en Tarlein mientras su amado se hallaba herido en Zenda, y el carruaje de la Princesa siguió de cerca al General y su escolta cuando éste se puso en camino del castillo.
Palabra del Dia
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