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Actualizado: 29 de mayo de 2025
6 No miréis en que soy morena, porque el sol me miró. 9 A yegua de los carros de Faraón te he comparado, amiga mía. 11 Zarcillos de oro te haremos, con clavos de plata. 4 Me llevó a la cámara del vino, y puso su bandera de amor sobre mí. 8 ¡La voz de mi amado! He aquí él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados.
La suerte estaba echada, no quería amor... La amistad les había llevado algo lejos. Ella tenía la culpa, pero sabría remediarlo. Era ya un barco viejo que no podía cargar con el peso de una nueva pasión. Si le hubiera conocido años antes, tal vez. Reconocía que hubiese llegado a quererle; le creía más digno de su amor que otros hombres a los que había amado.
Cuando conoció ella que pronto debía abandonar a su marido y a su hija, se puso muy triste, afligiéndose por los que dejaba en la tierra y sobre todo por la niña. La llamó, pues, y le dijo: Querida hija mía, ya ves que estoy muy enferma y que pronto voy a morir y a dejaros solos a ti y a tu amado padre.
Era una de esas raras mujeres que el marqués de Pierrepont hubiese seriamente amado; la habría amado por sus suaves encantos, por un no sé qué de luminoso que orlaba su blonda cabeza, por la gracia de su aristocrático marchar, por la tierna claridad de sus tiernos ojos, que como los de Enriqueta de Inglaterra, parecían estar siempre pidiendo besos.
El joven ministro, pues excepto las miradas de una mujer que se idolatra, no existe nada tan dulce como estas espontáneas caricias de un niño, que son indicio de que hay en nosotros algo verdaderamente digno de ser amado, el joven ministro arrojó una mirada en torno suyo, puso la mano en la cabeza de la niña, vaciló un momento, y la besó en la frente.
De bote en bote se llenó la iglesia: todo el pueblo había acudido allí. La misa fue rezada y breve, y se reprodujeron en ella los llantos de la casona al pedir el Cura una oración por el alma de un tan amado feligrés. Después de la misa quise ver el cementerio, que está a dos pasos de la iglesia.
Había amado y había sufrido como todos los que batallan por un ideal. Sabía lo que era forcejear á zarpazos con la Suerte, para hacerla suya y fecundarla con ardorosa violación. Había llegado como los políticos célebres ó los grandes artistas, que empiezan su carrera desde abajo, conociendo la miseria y bordeando continuamente el peligro.
1 Antes del día de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había venido para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su ropa, y tomando una toalla, se ciñó.
Cuando Florencia d'Arda vivía, no los había concebido: mientras había podido ver en su muerte la obra de un asesino; mientras se le aparecía rodeada de la aureola del martirio, ninguna sospecha había podido contaminarla; mientras se había visto amado por ella, la había correspondido con un amor puro y confiado. Pero de pronto descubría que su amor no había sido veraz.
¡Qué ovación!... ¡Gracias, amado pueblo! Pero al volver a encogerse en uno de los mástiles horizontales de carga que servía de asiento a él y a Fernando, ocultándose con modestia detrás de su amigo, redoblaron furiosas las peticiones del público. Dos gendarmes iniciaron un avance hacia él.
Palabra del Dia
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