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Actualizado: 29 de junio de 2025
Turbado por los celos, mi corazón, que hasta entonces había como florecido, despidiendo un sentimiento apacible y contemplativo cual el de la religión, ardía ahora con apasionado centelleo, y lo que había amado, por extraordinaria contradicción más digno de ser amado le parecía.
¡Oh aquella mirada!... Fué para el ingeniero lo mejor de la entrevista, y la recogió en su memoria, esforzándose por conservarla con toda su luz, para que le acompañase en las largas horas que pasaba allá en la fundición entregado á la vida de los recuerdos. Sanabre se convencía de que era amado por Pepita. Su mirada, su voz, valían más que todos los papeles preciosos que guardaba en su despacho.
1 Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; he cogido mi mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed, amados, y embriagaos. He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar? 4 Mi amado metió su mano por el agujero, y mis entrañas se conmovieron dentro de mí.
Era principalmente al caer la noche cuando no estaba ocupado con su telar, que se ponía a repetir aquel acto maquinal, al que hubiera sido incapaz de asignar un fin determinado y que no podía ser comprendido sino por aquellos que han sentido el dolor enloquecido de verse separados del objeto supremamente amado.
9 y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los que duermen. 11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, moremos en las aldeas. 12 Levantémonos de mañana a las viñas; veamos si florecen las vides, si se abre el cierne, si han florecido los granados; allí te daré mis amores.
Por el contrario, sois el único hombre á quien he amado, el que ha encontrado mi corazón virgen... pero por lo mismo, porque sólo mi corazón estaba puro, os amo con pureza... por eso yo, querida del duque de Lerma, querida de don Rodrigo Calderón, mujer perdida, no quiero arrastraros hasta el fango donde está mi cuerpo; os doy mi alma, mi alma entera y nada más; ¿qué me importa que seáis casado? ¿Qué me importa que no me améis si yo os amo?
Don Mariano supo en el día la terrible noticia. ¡El capitán Pérez estaba ad portas!... Sin perder un momento, requirió una contestación categórica de Coca... Y Coca, que no quería otra cosa, le juró que jamás había amado al capitán Pérez... Vázquez le preguntó aún: ¿Está usted segura, Coca, de no haberlo querido... y de que nunca hubiese llegado a quererlo?...
Aquel suave cuchicheo, la dormida luz de la lámpara que apenas los envolvía, el contacto frecuente con el brazo de su amado, iban hinchendo el seno de Cecilia de una emoción voluptuosa que la desasosegaba. No pudiendo resistirla levantóse dos o tres veces para besar con vehemencia a su madre.
Yo también lo sé y eso es lo que me anonada... Siento mi abyección, me sonrojo de ella... ¡y la conservo! ¡Ay! Va usted á despreciarme ahora más que nunca, señor... ¡Usted, á quien habría amado tanto, si me lo hubiera permitido!
Sí: él reconocía ahora que había amado á Cristina con una pasión, en que se mezclaba el deseo á la mujer y el respeto instintivo del hijo del gabarrero á la señorita que había tenido entre sus ascendientes, casi fabulosos, á los señores de Vizcaya.
Palabra del Dia
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