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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Bautista fabricó en un momento, con fibras de pino, una antorcha para alumbrar aquel rincón. Esperaron a que pasara el temporal y se dispusieron los tres a matar el tiempo junto a la lumbre. Capistun llevaba una calabaza llena de aguardiente de Armagnac y, mezclándolo con agua que calentaron, bebieron los tres. Luego, como era natural, hablaron de la guerra.
Entre tanto, el sol, campante ya en los cielos, se empeñaba en cernir alguna claridad al través de los vidrios verdosos y puercos del ventanillo que tenía obligación de alumbrar la cocina.
El viento pasa estremeciéndose por los tilos; aquí y allí brilla tristemente una luz que parece alumbrar secretos dolores. Por el camino avanza un hombre ebrio que exhala sordos gruñidos y quiere atacarme. En torno mío las tinieblas, la miseria y la rudeza; en mi alma el remordimiento y una pasión que jamás se saciará, he ahí lo que me reservaba el porvenir.
En cambio, había en la casa donde vivían, gentes, peor enteradas o menos maliciosas, para quienes nada pecaminoso manchaba aquellas amistades, las cuales explicaban diciendo que Luis y Genoveva eran dueños de una cerería; que Casilda y Damián eran exageradamente devotos, tanto, que gastaban mucho dinero en alumbrar los altares, y finalmente, que de esta suerte, unos a fuerza de vender y otros de comprar cirios y velas, llegaron a ser amigos íntimos.
El drama y la filosofía son las únicas maneras de conocimiento. Y aquí, en estos cavernosos senos de la casa de huéspedes, están las fuentes del conocimiento. La cuestión es alumbrar el manadero. A través de las casas de huéspedes ha pasado toda la historia de España del siglo XIX. Sí, señor, sí; la historia de España del siglo XIX es una historia de casa de huéspedes. ¿Qué le vamos a hacer?
Me levante, e inclinándome ligeramente me dirigí hacia la puerta. La alegre muchacha corrió a alumbrar el camino y el joven retrocedió un paso, fijos los ojos en mí. Al llegar a su lado me dijo: Con perdón, señor: ¿conoce usted al Rey? Jamás lo he visto, pero espero conocerlo el miércoles. Nada más dijo, pero presentí que sus ojos siguieron clavados en mí hasta que se cerró la puerta.
Era una procesión de aquelarre, una cáfila de infierno, y hasta la luz matinal se tornaba siniestra al alumbrar de lleno las palideces patibularias, las femeninas guedejas lodosas de sudores febriles y polvo subterráneo, las atroces pupilas que parecían conservar aún la expresión de terror y de súplica que tomaron en el tormento.
Vive alerta en el seno de tu actual nodriza, fórmate exhuberante, potente y democrática, y si algún día libre te ves de la tutela, y falta luz a España para alumbrar sus mundos, puedes brindarle, entonces, el sol de tu bandera...! Una nostalgia azul de primaveras teje en el cielo su ilusión de encaje, y languidece el alma del paisaje asomada al balcón de sus ojeras.
Sobre la consola ardían dos quinqués con sendas pantallas, que no les permitían alumbrar más que el suelo, dejando envuelto en media luz y muy tenue el resto de la habitación. Al poco rato de estar allí sentí el taconeo de unos pasos, y doña Tula y don Oscar llegaron al mismo tiempo a la puerta.
El rey dobló la carta lentamente, se soslayó de nuevo, y la guardó en su bolsillo. ¿Qué decís á esto, doña Juana? la preguntó el rey. La duquesa se había quedado con el velón en posición de alumbrar al rey y hecha una estatua. Dejad, dejad el velón, y venid á sentaros frente á mi. Dios me perdone, pero juraría que estábais temblando.
Palabra del Dia
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