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Actualizado: 21 de junio de 2025
De este modo, el yacht, henchido de viento hasta el tope, iba sobre las aguas verdosas como una flecha, pero escorando, escorando, escorando, hasta tener que agarrarse ella también a unas cuerdas. Ya se había sumergido el carel y estaba sumergiéndose la primera tabla, cuando una recalcada imprevista revolvió las aguas e hizo saltar un chorro de ellas hasta el fondo del pozo, mojándola los pies.
Resbalaban los dos en el blanducho suelo, sin poder agarrarse á las cañas por no soltar la escopeta; arremolinábase el agua, batida por la furiosa carrera, y Batiste, que cayó de rodillas varias veces, sólo pensó en estirar los brazos para mantener su arma fuera de la superficie, salvando el tiro de reserva.
Una botella cerrada, un simple tapón flotante, bastarían para sostener todo su cuerpo. Lo esencial era encontrar donde agarrarse. Y de pronto su mano derecha sintió el duro contacto de una madera pulida y firme. Se cogió á ella con la crispación del que va á morir; la oprimió como si pretendiese incrustar sus dedos en la venosa y compacta superficie.
Había que tener fe en algo; su débil espíritu no le consentía en ninguna tribulación quedarse sin ninguna esperanza, sin una tabla a que agarrarse.
Y sin poder evitarlo, empieza a agarrarse con mano nerviosa a su amiga y a dejar salir de su boca exclamaciones de angustia y terror. ¡Ay, Dios mío, vamos a perecer; vamos a perecer! No pasa nada; tranquilízate, Rosario.
Pero convencido de que era inútil luchar contra un temporal tan deshecho, renunció a agarrarse a él. D.ª Carolina era del mismo corte y figura que su hija Presentación, esto es, delgada, nerviosa y con unos ojillos vivos y penetrantes que los años habían hundido y rodeado de un círculo oscuro y fruncido.
La situación era, pues, desesperada, de naufragio irremediable, flotando los cuerpos entre las bravas olas, sin tabla o madero a que poder agarrarse. Por aquellos días, hizo la Benina prodigiosas combinaciones para vencer las dificultades, y dar de comer a su ama gastando inverosímiles cantidades metálicas.
La sangre se le agolpó toda al corazón y quedó blanco como un cadáver. Después le subió al rostro y se puso como una amapola. ¡Yo!... ¡El pelo! balbució miserablemente. Y tuvo que agarrarse con fuerza a la silla para no caer. ¡No se asuste usted, hombre! exclamó ella posando cariñosamente su mano sobre la de él . Cuando yo lo he consentido es prueba de que no me desagradaba.
Quería ir a Cádiz para contemplar su tumba: la capa de tierra que le ocultaba a mamá para siempre. Y había en su voz y en su mirada algo de desesperación; la tristeza de no poder aceptar el engaño consolador de otra vida; la certidumbre de que más allá de la muerte se abría la eterna noche de la nada. La tristeza de su soledad le hacía agarrarse con nueva fuerza a sus entusiasmos de rebelde.
Pasajeros y soldados no podían tenerse de pie sobre el buque, tembloroso por la velocidad y próximo a romperse. El piloto Carreño, sentado en el tabernáculo, tenía que agarrarse a su cadira de mando para que el loco movimiento de la nave no lo arrojase al mar. Los demonios, espíritus traviesos, ejecutaban las maniobras al revés de las voces náuticas que daba Carreño.
Palabra del Dia
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