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Actualizado: 10 de junio de 2025


¡Y que te me ibas!... ¡maula!... gritó Melchor afirmándose en el recado y dando un formidable rebencazo al Platero, que arqueándose agachó la cabeza, lanzó como un rugido, dio un corcovo colosal que hizo cimbrar a Melchor, y partió medio trabado avanzando de través hacia el alambrado de la quinta, al que no llegó porque Baldomero, rápido y oportuno, le puso el «azulejo» al lado, diciéndole a Melchor: ¡No lo castigue! y los dos caballos partieron pujando como en una carrera que hubiese de darse «puesta».

Otra vez vio al Cantó con su cabeza entrapajada, en el mismo sitio, rodeado de amigos, a los que hablaba con violentas gesticulaciones. Al reconocer al señor de la torre, antes de que sus camaradas pudieran sujetarle, se agachó, y agarrando dos piedras en los endurecidos surcos, arrojólas contra aquél.

Mirola Guillermina, sintiendo el espanto más grande que en su vida había sentido... Fortunata agachó más la cabeza... Sus ojos negros, situados contra la claridad del balcón, parecía que se le volvían verdes, arrojando un resplandor de luz eléctrica. Al propio tiempo dejó oír una voz ronca y terrible que decía: «¡La ladrona eres ... ! Y ahora mismo...».

Resta saber si la señorita Irma consentiría en dar su mano a un inválido con la nariz de plata. Enrique, amigo mío, ¿qué os parece? Agachó Enrique Steimbourg la cabeza, y nada respondió. Fuese a comunicar la noticia a su familia y a recibir órdenes de su hermana. Irma adoptó un gesto heroico al saber la desgracia de su prometido.

No quería mirar a tierra, para no ver la distancia que nos separaba. Además, nos encontrábamos enfrente de la gruta del Izarra, de que tanto hablaba Yurrumendi, y nos daba cierto temor. Al cambiar de sitio no qué hicimos; el tapón de la abertura debió moverse, y empezó a inundarse de nuevo el bote. Recalde se agachó e intentó cerrar la vía de agua, pero no lo consiguió. Yo dejé de remar.

El pobre, pobre es pronunció melancólicamente... . te quedarás pobre, y el señorito se irá riendo... Y a esta idea, sintiendo renacer su furor chilló : Sácateme de delante, indina, que te mato: si te dieron palabras, que te las cumplan. Amparo se agachó, y salió temblando.

De pronto se agachó, buscando piedras en la obscuridad para arrojarlas contra Febrer, y a cada pedrada retrocedía algunos pasos, como para defenderse de una nueva agresión. Los guijarros, despedidos por sus brazos débiles, fueron a perderse en la sombra o rebotaron contra el porche.

Asaltado por súbito pensamiento, se agachó hacia el cadáver, y desciñendo las agujetas, sacó de entre el jubón y la ensangrentada camisa un billete sin sobrescrito. Lo desplegó. La claridad era débil; pero, al mirar hacia el cielo, observó que la luna iba a pasar muy pronto tras una grieta de las nubes.

Tiraban contra él.... Instintivamente se agachó, queriendo confundirse con la lobreguez del suelo, no presentar blanco al enemigo. Y en el mismo momento brilló un segundo fogonazo, sonó otra detonación, confundiéndose con los ecos aún vivos de la primera, y Batiste sintió en el hombro izquierdo un dolor de desgarramiento, algo así como una uña de acero arañándole superficialmente.

Además, no me vengas haciéndote el inocente: ¡el peor ejemplo se lo has dado al muchacho! El acusado agachó la cabeza. Misia Gregoria pensaba que, efectivamente, era aquello una gran desgracia, pero la fortuna que poseían era bastante fuerte para poder repararla, sin resentirse; a Jacinto se le mandaría a la estancia o se le daría un empleo.

Palabra del Dia

lanterna

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