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Actualizado: 7 de noviembre de 2025


Torrebianca, de estatura mediana, más bien bajo que alto, y enjuto de carnes, guardaba una agilidad nerviosa gracias á sus aficiones deportivas, y especialmente al manejo de las armas, que había sido siempre la más predominante de sus aficiones; pero su rostro delataba una vejez prematura.

Siempre he mirado mal a las monjas. Déjela, señor dijo la jardinera . Nada tiene de extraño que le guste la iglesia. Del modo como vive, no puede tener otras aficiones. Por hoy, nada temo. Estoy a su lado, y nada me importa que guste del trato con monjitas.

Componíanse aquéllas, como ya se ha dicho, de un poco de todo lo de éstas, y no era en conjunto tan escaso que no diera para satisfacer los gustos y las aficiones de los tertuliantes. Los había de una tenacidad de hierro para el tresillo, apegados a la mesa como la ostra al peñasco.

Pero en todas partes hay buenas personas, y las buenas personas deben entenderse en estos momentos. ¿No lo cree así, patrón? La guerra halagaba sus aficiones igualitarias. Antes de ella, al hablar de la futura revolución sentía un maligno placer imaginándose que todos los ricos, privados de su fortuna, tendrían que trabajar para subsistir.

Era un hermoso castillo en un bosque, «la más romántica residencia, para una mujer, que acaso comparte con usted, a su manera, las añoranzas del campo y sus aficiones de solitarioPor su parte Magdalena le escribía a Julia, sin duda con fraternales expansiones que no llegaban hasta . Una sola vez, durante aquellos meses de ausencia, recibí una breve carta suya hablándome de Agustín.

Cansado de casamatas, cortinas, paralelas y castillos, procurose un empleo en la corte y fue perdiendo sus aficiones militares, quedándose sólo con las científicas: prefirió la física, las matemáticas a las aplicaciones de tales ciencias, al arte, y cada día fue menos guerrero.

Era feo, y sin embargo, la expresión de sus ojos azules, el brillo de la dentadura sana, blanca e igual, que parecía iluminar la boca, y la sonrisa ingenua, casi infantil, que plegaba los labios, daban a su rostro esa expresión simpática que revela a los seres sencillos ensimismados en sus aficiones artísticas.

Ya no consulta libremente el oráculo de la naturaleza, sino las aficiones de un público tornadizo o el gusto de algún crítico irascible, pedante y ramplón. Por fortuna, de tales plagas, que abundan en Francia y en otras naciones, nos vemos libres los escritores españoles.

Con excelente gusto crítico y ductilidad de estilo, cualidades que educó en todo tiempo, logró ser el más leído de nuestros "chroniqueurs", igualando los buenos modelos de este género esencialmente francés. Más se preocupó de la gracia sonriente que de la disciplina adusta, prefiriendo la línea esbelta a la pesada robustez, como que fue en sus aficiones un griego de París.

Pertenecía el joven marqués a la colonia veraniega del Escorial. Su madre, la marquesa viuda, poseía un bonito hotel en la parte alta del pueblo y solía venir con su hijo temprano y marchar tarde porque a éste, supuestas sus aficiones, le placía extremadamente la estancia allí. Y su madre le seguiría no sólo a este real sitio, sino a otro infernal si fuera preciso.

Palabra del Dia

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