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Actualizado: 7 de julio de 2025


Muchos bulevares flanqueados de olmos hermosísimos, muy frondosos, rodeaban aquella ciudad de severa sombra. Cuatro veces al día para ir y volver al colegio los cruzaba yo. No era el camino más directo, pero el más apropiado a mis aficiones, porque me acercaba algo a la campiña.

No es lo mismo dijo el inglés . Yo conceptúo más compatriota mío a cualquier español, italiano, griego o francés que muestre aficiones iguales a las mías, sepa interpretar mis sentimientos y corresponder a ellos, que a un inglés áspero, seco y con un alma sorda a todo rumor que no sea el son del oro contra la plata, y de la plata contra el cobre. ¿Qué me importa que ese hombre hable mi lengua, si por más que charlemos él y yo no podemos comprendernos? ¿Qué me importa que hayamos nacido en un mismo suelo, quizás en una misma calle, si entre los dos hay distancias más enormes que las que separan un polo de otro?

La madre lamentaba que no fuese militar, considerando sus aficiones como algo que torcía los altos destinos de la familia. El profesorado, las ciencias y la literatura eran refugio de los judíos, imposibilitados por su origen de obtener un grado en el ejército.

Yo no si las aficiones poéticas de Fernández habrán influído en las del pueblo; pero lo cierto es que sus vecinos prefieren el teatro bicol á toda otra diversión, y puesto que nos encontramos en lugar á propósito para tomar del natural un cuadro de costumbres indígenas no desperdiciemos la ocasión. Talía á la luz de un juepe.

Porque no exigimos demasiado de la vida; porque no suspiramos en pos de una felicidad alambicada. Es opinó la marquesa porque solemos tener todas las aficiones propias de nuestra edad. Es dijo Rita porque cada uno hace lo que le da la gana. Es observó la condesa porque nuestro hermoso cielo derrama el bienestar en nuestro ánimo.

El pobre mozo, obligado á ocultar sus aficiones flamencas, sólo les daba suelta por las noches cuando su abuela y su madre se iban de fila á casa de algún vecino.

A los que comían bien, doña Inés los censuraba por su glotonería y despilfarro, y a los que comían poco y mal, los calificaba de miserables, de hambrones y de perecientes. No tardó, por consiguiente, doña Inés en tener noticia de las aficiones de su padre y de sus visitas o tertulias en casa de ambas Juanas.

¿Y usted, Maltrana, es también de los que le creen judío? Yo no creo nada cuando faltan pruebas y sólo hay inducciones. Pero los que opinan así no se apoyan en el vacío. Aquel hombre extraordinario tenía todos los caracteres del antiguo hebreo: fervor religioso hasta el fanatismo; aficiones proféticas; facilidad de mezclar a Dios en los asuntos de dinero.

Acaeció al mismo tiempo que nuestro amigo Moreno, arrastrado por sus aficiones naturalistas, había seguido antes el mismo camino y se ocupaba en examinar algunas yerbas y flores con una lente de que siempre venía provisto para casos semejantes.

Palabra del Dia

godella

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