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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Había adivinado tardíamente sus terrores y sus penas. La muerte llegaba implacable, sin darle acaso tiempo para reparar su fatal error, fruto de tantas meditaciones, y que ya antes de consumarse causaba a Carmen una desolación tan profunda.... Todo lleno de espanto, el corazón de Carmencita se le subió a los labios para gritar con afanosa ternura: ¡Padre!...

Los encajes del vestido de Celinina se movieron también, y las hojas de sus flores de trapo anunciaban el paso de una brisa juguetona ó de manos muy suaves. Entonces Celinina abrió los ojos. Sus ojos negros llenaron la sala con una mirada viva y afanosa que echaron en derredor y de arriba abajo.

Este, por el alto puesto que ocupaba, ejercía considerable influencia en la marcha del litigio. ¡Qué agitación! ¡qué vida afanosa y miserable! Clementina no comía, no dormía: siempre en conferencias con el abogado, con el procurador, siempre escribiendo cartas. Hasta en sus tertulias o comidas no sabía hablar de otra cosa.

El hubiera preferido una condición humilde, afanosa, con padres legítimos, á la riqueza y á la consideración que le daba la circunstancia de ser hijo bastardo reconocido de aquel poderoso magnate, á quien llamaban por excelencia el gran duque de Osuna, conde de Ureña.

El alma de Salvador estaba de rodillas, afanosa y esperanzada, delante de aquel amanecer feliz. Carmen le había dicho: «Espera que yo descanse, espera que amanezca..., espera que salga el sol....» Y llegaba, por fin, la hora bendita, la hora soñada, la sublime hora....

¿Hay en el arte especial del pintor, en esa vida solitaria, semiclaustral que su profesión le impone, en esa afanosa carrera en pos de un tipo de absoluta belleza, jamás alcanzado, alguna secreta virtud que eleve su espíritu, que depure su moral personalidad?

Su delicia era tenderse al sol sobre un banco, o bajo un sauce en la ribera, según la estación, y dormir a pierna suelta, sin cuidados, con un sueño de ángel o de niño; y también, sentarse en un portal de calle muy concurrida y ver pasar la gente afanosa tras el pan de cada día, mientras él, libre de preocupaciones, sonreía filosóficamente. ¡Trabajar Agapo! ¡si no vale la pena! ¡mucho sudar, mucho sufrir; el hombre, como bestia de carga, dando vueltas, de sol a sol, a la rueda de la fortuna, para recibir el esquinazo, en premio de sus fatigas! más vale estarse con el pico abierto, para que en él caiga el maná del cielo, y manos quietas; dejar que los demás cuiden del árbol y comer nosotros su fruto sazonado.

Lucrecia, de mejor barro que sus dos hermanos mayores en lo tocante a lo físico, al primer envite de un indiano de Villavieja, de esos que se van apenas venidos, dijo que ; y con tal denuedo y tan emperrado tesón, que a pesar de ser el indiano mozo de pocas creces, ínfima prosapia y mezquino caudal, y a despecho de los humos y de las iras del Bermúdez padre, la Bermúdez hija se dejó robar por el pretendiente, se casó con él a los pocos días, y le siguió más tarde por esos mares de Dios, afanosa de ver mundo y resuelta a alentar a su marido en la honrosa tarea de «acabar de redondearse» en el mismo tabuco de Mechoacán en que había dejado, trece meses antes, depositados los gérmenes de una soñada riqueza.

Mientras D. Pedro tosía y sacaba el infinito pañuelo encarnado y azul para limpiarse boca y narices, reinó solemne silencio en la sala y todos me miraban con afanosa curiosidad.

La Sultana vieja seguía de lejos, y presidiendo la banda de sus lindas esclavas, la afanosa tarea de Híala y de Encirnún, y las vió, riéndose de su loca empresa, trasponer por entre las calles de negros árboles que daban entrada al bosque.

Palabra del Dia

aprietes

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