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Actualizado: 1 de julio de 2025
Mucho había costado de organizar, pero sería una fiesta tan hermosa como la de la Coronación; un alarde de la Vizcaya religiosa y honrada que quería ser libre y volver á sus antiguos tiempos de grandeza. Aresti se había impuesto la prudencia, adivinando las intenciones de sus enemigos; pero sentía agitarse su carácter batallador y rebelde ante el abogado, cuyas palabras le irritaban.
Luego, adivinando lo que el nieto parecía decirle con la mirada, continuó entre gimoteos: Los tesoros de la reina de España quisiera tener yo, para dártelos. Pero soy pobre, más pobre que las ratas. El tío Polo se ha metido en la mollera que tengo mi gato oculto, y apenas ahorro dos pesetas, me las saca, y cuando no las tengo, me pega. Si una no estuviese hecha a todo, sería caso de morirse.
La pecunia les sobra, y no les falta á los mandones sino la buena volunta. Aquellos labriegos ignorantes pero de muy buen sentido, me daban en cierto modo la clave de la sociedad española. Con muy clara inteligencia comprendían perfectamente el interes del progreso en las comunicaciones, adivinando el fenómeno de la armonía en virtud del cual un adelanto engendra otros muchos.
La doncella italiana, con los ojos desmesuradamente abiertos por el susto, quedó ante la pobre mujer consolándola con palabras sueltas que le arrancaba la lástima «¡Povera! ¡poverina!... ¡coraggio!» Y la hortelana, en medio de su desfallecimiento, abría los ojos para mirar a la extranjera, no comprendiendo las palabras, pero adivinando su ternura. La señora salió a la plazoleta.
La mujer se asustó, adivinando instantáneamente todo el peligro de tan desesperada resolución. «¡Por Dios, Batiste!... Le impondrían una multa mayor; tal vez los del tribunal, ofendidos por la rebeldía, le quitasen el agua para siempre. Había que pensarlo.... Era mejor esperar.»
El sobrino, adivinando lo que pensaba, repitió la eterna excusa: «¡Qué hacer!... Es la guerra.» Pero con Moltkecito no tenía por qué guardar los miramientos del miedo. Esto no es guerra dijo con acento rencoroso . Es una expedición de bandidos... Tus camaradas son unos ladrones. El capitán von Hartrott creció de pronto con violento estirón.
No fue enemigo de la empresa, como dicen algunos, pero le pareció insensata la facilidad con que su esposa había accedido a todas las peticiones del navegante... Y Colón, en los últimos años, adivinando las dificultades en que se verían sus descendientes para sostener la absurda herencia, repetía en todos los documentos que era de Génova, aconsejaba a sus hijos que se pusiesen en contacto con el gobierno de la República, y se valía de halagos y súplicas para conquistar su favor y el de los poderosos mercaderes del Banco de San Jorge.
Feli, que no le había visto desde su fuga de la casa paterna, acogiole con grandes muestras de cariño. ¿Y el padre?... Pero el señor Manolo apenas contestó. Necesitaba decir a Isidro algo muy interesante; le invitaba a bajar a la calle, para expresarse con mayor libertad. Maltrana bajó tras él, adivinando algo grave en el gesto hosco del capataz.
Pero Amaury, adivinando que el doctor hacía esta concesión exclusivamente a su hija, saludó con humildad a su tutor y besó la mano de Magdalena, revelando su semblante tan profunda tristeza que en esta acción el amor parecía ceder su puesto al pesar.
¡Está ahí! repitió un sordo murmullo. ¿Te negarás a recibirla? dijo con emoción la marquesa, adivinando los pensamientos de doña María. No... que venga aquí repuso la madre con energía . Veré a la que ha sido mi hija... ¿La encontró usted? ¿Estaba sola? Sola, señora exclamó llorando D. Paco . ¡Y en qué triste y lastimoso estado!
Palabra del Dia
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