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Actualizado: 4 de junio de 2025


Era el señor Munster, que, llevándose una mano al casquete, suplicaba humildemente: Señora, acuérdese de su promesa... La aguardamos en el salón para nuestra partida de bridge. Usted sólo falta para que empecemos. Mrs. Power sonrió con una amabilidad feroz. «Luego iré.» Y Munster, comprendiendo lo enojoso de su presencia, se retiró discretamente antes de que la dama le volviese la espalda.

Mientras tanto, Martín Alonso afronta la tormenta sin hacer escala alguna y llega directamente a España, pero tan derrotado y enfermo, que muere inmediatamente. Pero usted no negará, Maltrana, que el Almirante fue perseguido y maltratado de resultas de su gobernación en Santo Domingo. Acuérdese de Bobadilla, el comisionado de los reyes, acuérdese de cómo lo envió con grillos a España.

Delaberge se aproximaba suavemente al hijo de Miguelina... Deseaba sentir el roce de su persona, esperando que este contacto había de recalentar un poco su corazón; después le dijo con voz en que vibraba no se sabía qué de paternal: Cuando esté en Rosalinda, acuérdese de que los tímidos no triunfan jamás y pues ama usted a la señora Liénard, no tema abrirle francamente el corazón... No se detenga a la mitad del camino... Por otra parte, ¿quién ni qué podría hacerle dudar?... Es usted digno de ella por la educación, por el espíritu y por el carácter... Y en el caso de que, para antes de casarse, desease haberse hecho una situación que satisficiese su amor propio haciendo valer su personalidad, escríbame... Yo puedo procurarle un puesto honroso en alguno de los servicios que dependen del ministerio de Agricultura... Ya ve cómo era usted muy injusto conmigo al considerarme como un obstáculo para sus más caros deseos; por el contrario, yo no pido sino encontrar los medios para apresurar su realización...

No sea loco, Maltrana. Todos ustedes los de pluma son unos perdidos y creen iguales a los demás. ¿Y París? ¿Y sus idas de noche a Montmartre?... Acuérdese cómo entretenía la otra tarde a Goycochea y Montaner contándoles sus buenas fortunas... Apuesto cualquier cosa a que si me deja entrar en su camarote encuentro un paquete de fotografías comprometedoras y de cartas de amor.

En esta cesta ha puesto él, Sarrió, una suculenta merienda para que Azorín se la coma en el camino. ¡Es la última muestra de simpatía! Azorín le dice Sarrió , tenga usted cuidado de que no se estruje la uva que va en la cesta... Cuando se coma usted esa uva que yo he cogido en el huerto, acuérdese, Azorín, de que aquí deja un amigo sincero.

Mejor haría el ciudadano Calleja en acordarse de los diez y nueve reales que le prestó mi primo, el que tiene la pollería en la calle Mayor; reales que le ha pagado como mi abuela. Vamos, que y el pollero sois los dos del mismo estambre. , y acuérdese de la guitarrilla que le robó á Perico Sardina el día de la merienda en Migas Calientes.

La respuesta que me dio fue: Nunca le abandonaré porque soy su esposa; pero acuérdese usted de que nuestro amor ha muerto. Su acento era frío, su mirada evitaba encontrarse con la mía. Cuando comprendí que también usted había hablado, se me ocurrió que no era sincera, pensé que me ocultaba algo.

Acuérdese usted de aquel gran filósofo que expiró en una cruz dejando consagrados los principios de la Humanidad. ¡Qué principios ni qué...! ¿quiere usted marcharse de aquí, so chinche?... Vaya que es de lo más pelmazo y cargante y apestoso que he visto. Siempre que estoy angustiado me sale con esos retruécanos. Amigo mío, mucha calma.

El aislamiento, la vida en común, nos despojan de nuestros envoltorios y la bella bestia aparece tal como es, excitada por el fastidio, ansiosa de entretenerse en algo. Y así como se prolongue la navegación, nos sentiremos más iguales, más hermanos, con mayor cantidad de «animalía»... El hombre siempre ha sido lo mismo en el mar. Acuérdese de los antiguos viajes a las Indias y la Oceanía.

No buelvo al primer fauor concedido, mas de en quanto fué el Primero, y dado para quiebra y nota. Lo del Consejo, dado de Su Mag.^d de su propio motu y election, sin demanda mia, q. no soy tan confiado q. tal pidiera. Honor q. no ha sido sino para nota y grillos. Y porque se vea la diminucion de que trato, Acuérdese su Mag.^d del fauor q. me hizo en Consejo en Amiens, en presencia del Sr.

Palabra del Dia

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