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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Miss Maud se resignó á acompañar á su padre, pero quería llevarse con ella á las señoras de Freneuse y á Jacobo. El proceso, decía, que consagrará la inocencia de su hijo de usted, no será resuelto hasta dentro de algunos meses. ¿Qué van ustedes á hacer hasta entonces?

Al estudiante le contrarió mucho este mandato. El había oído decir en la mesa aquella mañana que Clara no iría á la procesión, y había formado sus proyectos para verla aquel día. La obligación de acompañar á las tres señoras le pareció la mayor desgracia que podía ocurrirle aquel día. ¿Pero cómo era posible resistir á las órdenes de aquel tirano?

En la madrugada del siete de Abril de 1880 nos embarcamos en una falúa, habiendo puesto previamente en el bote que nos había de acompañar, escalas, cuerdas, picos, barretas y cuantos instrumentos creímos habían de sernos necesarios para explorar las costas del célebre Canal que divide las islas de Batan y Cagraray.

El alumbramiento fué feliz; pero como la recién parida se veía obligada á acompañar á su esposo, no tuvo tiempo bastante para restablecerse por completo, perjudicándola tanto el frío del invierno, en aquel año extraordinario, que se quedó baldada de todos sus miembros.

Mientras se hablaba de lo mucho bueno que había en la catedral y el lugareño se pasmaba y su señora repetía aquellas admiraciones, Obdulia se miraba como podía, en las altas cornucopias. El Magistral se despidió. No podía acompañar a aquellas señoras, lo sentía mucho... pero le esperaba la obligación... el coro. Todos se inclinaron.

Después vino con unas preciosas ovejas, á quien conducían gallardos pastores, y luego se hizo acompañar de unas lavanderas que lavaban, y de un choricero que vendía chorizos, y de un Rey Mago negro, al cual sucedió otro de barba blanca y corona de oro. Por traer, hasta trajo una vieja que daba azotes en cierta parte á un chico por no saber la lección.

Su adorada, entretanto, borda ó lee, reza el rosario con sus padres, hace flores, hace dulces, hace novenas.....; pero todo maquinalmente. Ciertas noches, de tiempo inmemorial, van á su casa unas solteronas á acompañar á su madre, que no lee otro periódico que el que ellas constituyen por propias.

Por las tardes solía acompañar al conde a paseo, casi siempre a pie, pues no era aquél amigo de usar el coche.

Sin eso, señora, podéis mandar. ¿Qué casa tengo yo desalquilada en un lugar retirado de Madrid? Vuecencia tiene una á la malicia en la calle de la Redondilla. Pedid las llaves de esa casa y con ellas idos á acompañar, encubierto, á Pelegrín Santos, secretario del duque de Lerma, y haced lo que él os mande. Muy bien, señora.

Sentía ahora no haber ido. ¿Por qué no había querido acompañar a María Teresa al Casino? ¿No era su más grande felicidad verla, estar a su lado? ¡Qué necedad dejar escapar aquellos minutos preciosos en que la habría visto vivir y moverse en aquella decoración de lujo y alegría!

Palabra del Dia

commiserit

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