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Actualizado: 21 de mayo de 2025


De suerte que al volver a Marineda, en vez de rondar la Fábrica, como antes, se resolvió, desde el primer día, a acompañar a Amparo cuando la viese salir; y ejecutó el propósito con su serenidad habitual.

Misia Petronila Barrientos la recibió con afecto, la escuchó con atención... y la despidió con política, diciéndola muy fresca, que no podía ser... porque no podía ser. Y vuelta a la casa, abatida y llorosa, por el sacrificio estéril que de su amor propio había hecho, alimentando pensamientos tan negros como éstos: El amigo es para ir de fiesta y no para acompañar en la desgracia.

Entonces no había más guerra civil que los famosos bandos y parcialidades de chorizos y polacos. No se sospechaba siquiera que podía haber más derecho que el de tirar varias cáscaras de melón a un morcillero, y el de acompañar la silla de manos de la Rita Luna, de vuelta a su casa desde el teatro, lloviendo dulces sobre ella.

Doña Inés la llamaba y se valía de ella para todo. En los lugares, al menos hace algunos años, pues no si habrán variado las costumbres, nunca salía una señora principal de visita o de paseo sin llevar a una acompañante. Juanita tuvo, por consiguiente, a más de leer y de escuchar disertaciones, que acompañar a doña Inés en sus visitas y en sus paseos.

¿No puede usted hacer dos cosas a la vez? Sin embargo, si lo que puedo decirle le fuera agradable, ¿no cree usted que formase una armonía que completaría este maravilloso espectáculo? ¡Qué pretensión!... ¿Quiere usted acompañar con su música de ternura las más hermosas horas de la Naturaleza? No tengo más que una pretensión: la de agradarle a usted.

Sin embargo, pronto se llega la hora de partir. La desdichada Felicia no tiene fuerzas para acompañar á su hija y queda en casa exhalando gemidos. Un grupo numeroso de zagalas y en medio de él Demetria desciende por la calzada de Entralgo. Detrás marchan también algunos hombres que rodean al tío Goro. En Entralgo los esperaba ya Regalado con los caballos enjaezados.

La de Candore, que no quitaba los ojos de su hijo, notó su visible turbación y su frente se arrugó con un fruncimiento imperceptible. ¿Vas a acompañar a Blanca, hermano? Ciertamente, querida Hermancia. ¿Vienes, pequeña? Blanca presentó la frente a su madre y dijo a Raúl amenazándole con el dedo: A ti no te doy un beso.

Y cuando, después de larga emigración, la montaña columbrada á lo lejos no era engañador espejismo, sino verdadera cumbre con nieves y rocas, ¿quién habría podido dudar del viaje hecho por el dios para acompañar á su pueblo? Así es como la montaña, cuya punta acogió á los refugiados del diluvio, no ha cesado de andar por los continentes.

Pues entonces no viajaré más que de día; no saldré de la carretera, y me haré acompañar por gente segura. Vanas precauciones. Aunque tuviera que hacer ocultar a la gente en su propia alcoba para haceros registrar al regreso, se apoderaría del documento, no lo dudéis... En ese caso no saldré. ¿Y la señorita? Es preciso que parta, Mathys.

Juanito, poco a poco, había logrado estrechar sus relaciones con Tónica. No subía a la casa, eso no; ¿qué dirían los vecinos? pero si le estaba vedado entrar en aquella escalerilla, que se le antojaba camino de misterioso santuario, podía acompañar a Tónica y su amiga los domingos por la tarde.

Palabra del Dia

hociquea

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