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Cuando entró en casa de la de Barrientos, no se atrevió pasar del vestíbulo, porque oyó mucho holgorio en la sala: voces y carcajadas y bailables tocados al piano, que se interrumpían para cantar nombres, aclamados y festejados con risas y redobles de teclas.

«Este tratado, que, según ha demostrado M. J. M. Guardia, es debido á Baltasar Álamos de Barrientos, se ha publicado con la siguiente portada: Norte de Príncipes, Virreyes, Presidentes y Gobernadores, y advertencias políticas según lo público y particular de una Monarquía, importantísimas á los tales, fundadas en materia y razón de Estado y Gobierno.

Una vez en el coche me puse a imitar a la Barrientos, chacoteando un poco con mi marido. El tercer gorgorito fué un ronquido de agonía. Y llegue a casa arrecida, tiritando. Total: veinte días de cama. Se encargó de mi asistencia el doctor Gómez Pulido. Ya le conoces. Es un médico de gran talento social y mundano. Y como el talento da para todo, supongo que ha de tenerlo también para la ciencia.

Y misia Casilda, recordando a la de Barrientos, contestaba que, efectivamente, muchas veces los mejores amigos son los primeros en dar el esquinazo, y que vale más dirigirse a los extraños; pues, por dejar de pedir no quedaría, y si el medio supremo, el suyo, no resultaba, se hipotecaría la finquita o se vendería: con el producto bien podía pagarse al señor Portas y a alguno de los demás acreedores, pues si la casa, vieja, no valía gran cosa, el terreno, por el sitio, valía mucho.

Misia Petronila Barrientos la recibió con afecto, la escuchó con atención... y la despidió con política, diciéndola muy fresca, que no podía ser... porque no podía ser. Y vuelta a la casa, abatida y llorosa, por el sacrificio estéril que de su amor propio había hecho, alimentando pensamientos tan negros como éstos: El amigo es para ir de fiesta y no para acompañar en la desgracia.

La equivocación no es extraña, porque son las dos obras muy semejantes: podría decirse que, en opiniones, en sentencias, en conceptos completos, son iguales, lo que se explica con poco favor de Barrientos, emigrado, dependiente y amigo de Antonio Pérez, y que probablemente tuvo á la vista el Norte de Príncipes al escribir El conocimiento de las naciones: así la justicia retributiva demanda que se reconozca á Antonio Pérez, no sólo la redacción del primero, sino también el espíritu, orden y forma del otro.

Se supo que este segundo libro había sido redactado por Baltasar Álamos de Barrientos, demostrándolo D. J. M. Guardia al darlo á luz con el título de Antonio Pérez. L'art de gouverner.

La adversa fortuna de Don Bernardo de Cabrera. Las mocedades de Bernardo del Carpio. Púsoseme el Sol, salióme la Luna. El cerco del peñón de Luis Belez de Guevara. El cautivo venturoso, de Francisco de Barrientos. Un gusto trae mil disgustos, de Montalván. El hombre de mayor fama, de Mira de Mescua.

Y se acordó de misia Petronila Barrientos, una viuda sin hijos, riquísima, que la visitaba con frecuencia, y en cada visita la repetía sus ofrecimientos de buena vecina y antigua amiga. Casildita, ya sabe que estoy a sus órdenes; mándeme en cuanto pueda serle útil. Ocúpeme con toda confianza, Casildita. A la vuelta vivía, en una casa muy hermosa, de su propiedad...