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Actualizado: 31 de mayo de 2025


No pudo el P. Bartolomé de Blende gozar de estas caritativas demostraciones, porque á las repetidas instancias del ilustrísimo señor D. Pedro Levanto, arzobispo de Lima, á quien en Lisboa no quisieron dejar los holandeses por ser persona de tanta distinción, fué preciso le ordenasen los Superiores fuese acompañando á su ilustrísima hasta Holanda; para lo cual, disfrazado en traje de secular porque vestido de Jesuita no le permitieron ir los holandeses, pasó á Amsterdam, no sin conocido provecho de muchos de los mismos holandeses, ocultos católicos á quienes en secreto confesó y exhortó á mantenerse constantes y firmes en la .

Hallábase D. Alonso en Flandes acompañando al príncipe D. Cárlos con grande estimacion, y en su corte se mantuvo hasta la muerte del rey D. Fernando, siendo él quien dijo la Misa en Bruselas en las exequias que se le hicieron, y quien bendijo el estoque real cuando D. Cárlos fué aclamado por rey con su madre D.ª Juana en la misma ciudad.

Al pasar junto a la puerta del balcón, exclamó: ¡Qué espléndida noche! y se detuvo un instante sobre el marco de la puerta; ¡hace un calor tan insoportable en la sala! En efecto, la noche es soberbia le dije; ¿salgamos al balcón? agregué acompañando mi palabra con una ligera presión en el brazo que tenía enlazado con el mío. Nos criticarán... me repuso.

Al decir esto, el cura se paró otra vez, y volvió á fijar en la huérfana sus pequeños y vivaces ojos, acompañando esta mirada con una santa sonrisa de astucia, que haría honor á cualquier alumno de Seminario, conocedor de la obra de Sánchez, titulada De Matrimonio. Porque hija mía, el mundo es así continuó. Yo, que conozco las debilidades de ambos sexos, puedo hablar sobre este punto.

El pobre tísico rompió a cantar, acompañando cada verso con un cloqueo final que estremecía su pecho y arrebolaba sus mejillas. Pero el Cantó se mostraba esta noche con más fuerzas que nunca: sus ojos tenían un brillo extraordinario. A los primeros versos, una carcajada general resonó en la cocina, celebrando la gracia irónica del rústico poeta. Febrer no había entendido gran cosa.

Tomó posesion del obispado D. fray Alonso de Burgos, confesor de la reina católica D.ª Isabel, electo á 12 de noviembre de 76. Pasó todo el año 77 acompañando á la reina en Estremadura para reducir á su servicio las ciudades y villas declaradas á favor de D.ª Juana.

El kaid salió, y á poco volvió trayendo recado de que en aquel mismo dia Ben Jucef, abandonando á Granada con su hija, con una guardia de esclavos y á su torre de Almuñécar el camino enderezando, á pasar al Mogreb iba resuelto y determinado. ¿Cuándo partió? dijo el Rey. Al amanecer. ¡No ha estado entónces en la batalla! Que enjaecen dos caballos; kaid con cien zenetes nos iréis acompañando.

Alojáronse en casa de una caritativa y virtuosa viuda, la qual tenia un sobrino de catorce años, muchacho graciosísimo, y que era su única esperanza. Agasajólos lo mejor que pudo en su casa, y al siguiente dia mandó á su sobrino que fuera acompañando á los dos caminantes hasta un puente que se habia roto poco tiempo hacia, y era un paso peligroso.

En sus excursiones por Montmartre acompañando á sudamericanos ansiosos de gozar las falsas y pueriles delicias de los restoranes nocturnos, nunca había ido más allá de dicha plaza. Además, esta parte de París, vista de noche, ofrece un espectáculo engañoso que contrasta con la mediocridad de su fisonomía diurna.

Con lo que lleva encima la criada había para vestir a cuatro mil pobres... El papá debe de haber robado mucho. Está gordo como un lechón... De consiguiente, que lo abran en canal... Tomemos por aquí a la derecha, para ir a la Casa de Fieras... Pero no entraré; estoy cansado de verlas. ¡Puño, cuánto coche! Allá va D. Melchor acompañando a dos niñas. , para ti estaban, bruto. Son las niñas de Pez.

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