Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 12 de mayo de 2025


Cuando la princesa, una vez terminado el primer año de viudez, volvió resueltamente á su palco de la Opera, don Marcos la acompañó, quedando discretamente en el fondo, como el chambelán de una reina. Una noche, durante un entreacto, al pasar ella al antepalco, oyó cómo el coronel contaba á un viejo general francés amigo de la casa el combate de Villablanca.

Curiosos son los pormenores de la cuenta de otros gastos, no solo por el conocimiento de lo que la Ciudad hizo, sino por el del séquito palatino que acompañó á los monarcas en aquella ocasión. Cien mil mrs. á la Reyna como obsequio ó dádiva de la Ciudad. Cincuenta mil á los oficiales de las Casas Reales en esta forma. «A barrasa cauallerizo e aposentador de nro. señor el rey , 2000.

Yo debo estar todavía en el vagón, es decir, allí estará mi cuerpo, pero mi alma se escapó y sueña tales tonterías... a la fuerza. No qué tenga de particular cuanto a usted acontece: antes tiene mucho de vulgar y sencillo. Se queda atrás su marido de usted; y yo, que por casualidad la encuentro entonces, la acompaño hasta que él venga. Ni más ni menos. No hagamos novela.

Me importa un bledo lo que creyese usted de .... Pero esta señora es... una mujer honrada; por incidentes que no son del caso viene sola, y la acompaño hasta entregársela a su esposo.... Y viendo la media sonrisa de su interlocutor, añadió: Le aconsejo a usted que me crea, porque mi reputación de verídico es quizás la única que en el mundo aprecio....

Un gran pintor había dado forma corporal á estos terribles ensueños. Yo tengo un libro murmuraba , un libro precioso... Y repentinamente huyó del estudio, dirigiéndose á la escalera interior para entrar en sus habitaciones. Quería traer el libro para que lo viesen sus amigos. Argensola le acompañó. Poco después volvieron con el volumen. Habían dejado abiertas las puertas tras de ellos.

Clementina respondió la primera, que ella no tenía otro deseo que continuar manteniendo con su padre las mismas relaciones de cariño y respeto que hasta entonces, y que para conseguirlo estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera posible. El acento seco y duro con que pronunció estas palabras y el gesto ceñudo con que las acompañó no daban testimonio muy claro de su sinceridad.

Y al recogerlo, cuadrose, y con gesto grave, llevándose una mano al pecho, gritó: ¡Viva el ejército! Fermín no quería soltarlo, y armándose de paciencia le acompañó en su excursión por las calles. Se detenía el señorito ante los grupos de soldados, haciendo avanzar a sus dos acompañantes con toda la provisión de botellas y copas.

En cuanto llegó a casa se metió en la cama, con una fiebre altísima. Ya está descifrado el enigma, padre Gil dijo D. Álvaro desde su butaca viéndole entrar. La sonrisa con que acompañó estas palabras era tan contraída y extraña que daba frío. ¿Qué enigma? preguntó el P. Gil, un poco agitado por el presentimiento de alguna desgracia.

Como era temprano me fui a acabar la velada en casa de las de Grevillois, que daban un en su minúsculo cuartito del piso quinto. Puedes pensar si tendría yo prisa por ir. Me acompañó Gerardo Lautrec. ¿Te he hablado de él? Y cuando llegamos estaba la reunión en todo su esplendor.

¡Ah, ! exclamó el hidalgo, cerrando los ojos y pasando su mano descarnada por la frente. ¡La he amado!... Por un momento fui comparable a los inmortales del Olimpo. La felicidad cantó dentro de mi alma el himno más hermoso que acompañó jamás a sus divinos juegos. El sol se levantaba y se acostaba tan sólo para dorar mis ilusiones.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando