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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Sorteó Maltrana, echando una moneda en alto, el lugar de cada uno de los combatientes. Luego los acompañó a sus respectivos sitios con una gravedad fúnebre.

Su mujer, Marcial, hasta yo mismo, extralimitándome en mis atribuciones, le decíamos que la cosa no tenía duda, a ver si dándonos por convencidos se templaba el vivo ardor de su manía; pero ni por ésas: su manía le acompañó al sepulcro.

Cuando recibió la noticia Araceli sintió que las piernas le flaqueaban; todo su cuerpecito distinguido se estremeció con un escalofrío de ansiedad y de gozo. Supo disimular, sin embargo, puso la cara larga, se vistió de negro y dio el pésame a la familia y la acompañó muchos ratos en aquellos días de tristeza.

Y al punto, mudando de táctica, habló con gran rapidez, diciendo que estaba enamorado, pero de veras; que para él no había categorías, distinciones ni vallas sociales, encontrándose el amor de por medio; que Amparo era tanto como la más encopetada señorita, y que su desliz no provenía de falta de respeto, sino de sobra de cariño: todo lo cual acompañó con mil dulces e insinuantes inflexiones de voz.

Le acompañó hasta la puerta, rascándose la mota, y dejó paso franco: un saloncito, primero, con muebles pretenciosos, y en la pared un cuadro litográfico, con marco negro, representando a San Martín; en medio, una mesita y un tintero de bronce, con el busto de Belgrano.

En la cocina no había sino una criada, que encendió una bujía y le acompañó hasta su habitación, dándole después las buenas noches. Al cerrar Delaberge las ventanas del cuarto, pensó que Rosalinda estaba muy cerca y que al día siguiente, si quería, podría indemnizarse de su desencanto de aquella tarde haciendo una visita a la señora Liénard. Esta idea volvió la serenidad a su espíritu.

Lubimoff se vió atendido inmediatamente por dos graves señores de levita y corbata negras, con la cabeza descubierta: dos inspectores del Casino. ¡Desolados, príncipe! Todo lleno; hasta en los pasillos hay gente. Pero como era él, uno de los dos lo acompañó hasta el palco de los ministros de Mónaco.

Completamente abatido, con una sensación de frío, como el que despierta de una pesadilla, acompañó al médico, y partieron juntos. El día siguiente, domingo, predicó sin embargo un sermón que se consideró el mejor, el más vigoroso y más lleno de unción celeste que hasta entonces hubieran pronunciado sus labios.

¿Llevó mucho equipaje?... Me dijo que pensaba detenerse varios días. , señora; llevó un mundo y dos maletas. Yo mismo las hice. ¿Y fue por fin solo?... Me dijo que quizá tendría que acompañar a unas señoras francesas... Quedóse Damián muy parado y tornó a encogerse de hombros. Demetrio le acompañó a la estación... Yo me quedé en casa. Llame usted a Demetrio... Me interesa saberlo.

En la comitiva que acompañó á Doña Juana, formando su servidumbre, cuando pasó á Flandes para efectuar sus bodas, iba una jóven, que era la admiracion de todos. Rubia poseia una hermosura agradable y seductora, graciosa en demasia, y de un talento estraordinario.

Palabra del Dia

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