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Actualizado: 24 de junio de 2025
Pasmados los de la otra fusta y aterrorizados del imprevisto ataque, no acertaron a huir ni a poner resistencia. La nave se acercó a la fusta y la gente de Morsamor la entró al abordaje, pasando a cuchillo a cuantos había en ella. Tiburcio tomó entonces el mando de la fusta apresada.
Era la noche, como se ha dicho, escura, y ellos acertaron a entrar entre unos árboles altos, cuyas hojas, movidas del blando viento, hacían un temeroso y manso ruido; de manera que la soledad, el sitio, la escuridad, el ruido del agua con el susurro de las hojas, todo causaba horror y espanto, y más cuando vieron que ni los golpes cesaban, ni el viento dormía, ni la mañana llegaba; añadiéndose a todo esto el ignorar el lugar donde se hallaban.
Por tanto, el haber querido dar un aire de apodo y de vilipendio a los calaveras, es una injusticia de la lengua y los hombres que acertaron a darle los primeros ese giro malicioso: yo por mí rehúso esa voz; confieso que quisiera darle una nobleza, un sentido favorable, un carácter de dignidad que desgraciadamente no tiene, y así sólo la usaré, porque no teniendo otra a mano, y encontrando esa establecida, aquellos mismos cuya causa defiendo se harán cargo de lo difícil que me sería darme a entender valiéndome para designarlos de una palabra nueva; ellos mismos no se reconocerían, y no reconociéndolos seguramente el público tampoco, vendría a ser inútil la descripción que de ellos voy a hacer.
El dolor, no obstante, y la cólera por la inmerecida afrenta bañaron sus mejillas en más encendido carmín. Y bajando ella la vista, veló con los párpados y las rizadas y largas pestañas la luz de sus ojos, que dos mal reprimidas lágrimas humedecieron. Al terminar la función acertaron madre e hija a escabullirse sin ser notadas y a volver precipitadamente a su casa.
Algunas galeras nuestras acertaron á dar fondo junto al armada, y en descubriéndola hicieron trinquetes y se metieron en huída, y así vinieron otras muchas á hacer lo mismo, de mano en mano; y siendo ya todas á la vela, trabajaban por salir á la mar, teniéndose á la orza cuanto podían, por hallarse muy dentro y sotavento del armada de los enemigos.
Con placer le reciben de alegria, Y todos con la nueva se alegraron, El roto campo y gente, artillería, En la zabra y bajeles embarcaron. La zabra el Uruguay entrado habia, El canal los pilotos no acertaron: Ni basta izar trinquete, ni el antena, Que fuertemente encalla en el arena.
La autoridad de don Roque cerró por sí misma la puerta del palomar, y puso la llave «acto continuo», bajo la custodia de Marcones. Después continuaron su marcha peligrosa. No habían caminado mucho espacio, cuando en una de las calles más estrechas y lóbregas, acertaron a ver el bulto de una persona que se acercaba cautelosamente a la puerta de una casa y trataba de abrirla.
Estaba patente en ellos la mezcla de la sangre europea con la del caboclo y aun con la del negro. No puedes figurarte la consternación que produjo en las de Pinto la llegada de estos señores. Para colmo de horror acertaron ellos a presentarse en casa de las de Pinto una tarde en que dichas señoras tenían un five o'clock tea, más subido de punto que nunca por lo aristocrático.
Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas, destas que llaman del partido, las cuales iban a Sevilla con unos arrieros que en la venta aquella noche acertaron a hacer jornada; y, como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vio la venta, se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan.
Y esto ansí hecho y proveido, partió esta gente de guarda en la manera que ya habeis oido, é Inca Yupanqui con la que ansí quedó, é yendo por el camino derecho; y llegando á la quebrada, Inca Yupanqui, do el monte estaba y la emboscada le era hecha, ya que iba al medio de ella, llevando su gente apercibida y avisada de lo que sospechaban, tiráronle de dentro de la montaña una piedra á Inca Yupanqui y no le acertaron, mas de que dieron á uno de los que las andas llevaban; y visto esto por Inca Yupanqui y sus tres buenos amigos, dijeron en alta voz: ¡Á ellos, á ellos!; y como su gente, que ya tenian el monte cercado, oyesen la voz, dieron en los de la emboscada de tal manera, que no se les escapó hombre.
Palabra del Dia
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