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Actualizado: 7 de julio de 2025
Se dejó caer en otro banco y el soldado transparente se detuvo, volviendo hacia ella un rostro sombrío, desesperadamente sombrío. No te pongas triste. ¡Si supieras cuán cansada estoy! Pero tu abuela no te abandonará nunca.... Alberto, espérame. ¡Allá voy, pequeño mío!
Todos están contentos de él, y él parece estarlo también de la posición que ocupa; únicamente que representa a su país con un poco más de lujo del que yo quisiera; pero creo que, a pesar de ello, la Providencia no le abandonará nunca.
Si él la hubiera suplicado que lo siguiera amando, que no le abandonara, y si ella le hubiera contestado que no quería seguir siendo suya, se explicaba el asesinato; pero ¿era creíble que la Condesa, que había seguido siéndole fiel y sumisa a pesar de su mal trato, se hubiera rebelado al verle penitente y culpable?
Encontrando nuevas fuerzas en su juventud, a medida que eran necesarios sus cuidados, su cuerpo hízose infatigable como su alma, y Carlos pasaba los días y las noches al lado de su amigo; teníalo en sus brazos, y cuando, por mi parte, le hablaba del riesgo a que se exponía, me contestaba: »No, no corro peligro alguno; el Cielo me protege, y Dios no me abandonará.
Pasaría por esta tierra semejante a una pobre criminal a quien se lleva a la muerte, eternamente torturada por el temor de descubrirme a sus ojos y, a pesar de eso, llena del deseo de gritar mi falta al mundo entero. ¡Cómo podría dormir en ese lecho que he deseado ver que mi hermana abandonara para bajar a la tumba! ¡Cómo vivir entre esas paredes en que todavía están inscritas en letras de fuego esas palabras: «Oh, si ella muere!»
Nuestra amiga confesaba, en efecto, que había sentido mucho miedo y que esto la embarazaba extremadamente. El autor, sobresaltado por el éxito de su obra, trataba de persuadirla a que abandonara todo temor, que se mostrase como ella era y que no pensase para nada en él, mientras dijese los parlamentos.
Señora, por Dios, no me eche usted así dijo Clara, poniéndose de rodillas y cruzando las manos. A estas horas ... sola ... yo no conozco á nadie ... ¿Qué va á ser de mí? ¿A dónde voy? Espere usted, por la Virgen Santísima, á que venga don Elías, que, siendo huérfana, me recogió.... El no me abandonará de este modo ... Estoy segura. Nada, nada. ¿Aun espera usted engañarle otra vez?
Y se engañan, Miguel; siento la inspiración de la suerte. Vas á ver cómo me levanto con unos cuantos golpes. Es mi secreto. Si te lo digo me abandonará la fortuna....¡Hazme ese favor!... Pide los veinte mil al vejete que está allá mirándonos. No te los puede negar: eres el príncipe Lubimoff.... Si te parece bien, haremos sociedad: partiré contigo mis ganancias.
Dice mi marido que él dio su sangre a los Borbones el 10 de Agosto y que está dispuesto a derramarla nuevamente: pero que él no abandonará jamás su buen sentido a los furores de sus partidarios. Sin embargo, está triste y sufre mucho. Así, dice él, es como se fomentan las guerras civiles.
Lo mejor sería que le pusiera un ama, entregándoselo a personas que le habrían de cuidar mejor que ella. Aconséjele usted esto. Yo... que quiere usted que le diga... creo que no le abandonará. Está muy entusiasmada con él. Sí; buen entusiasmo nos dé Dios. ¡Mire usted que esta...! ¡Marcharse a paseo!, qué ganas de calle tenía. Ni sé cómo el angelito aguanta tanto tiempo sin mamar...
Palabra del Dia
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