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El catedrático entonces, moviendo la cabeza de arriba abajo, abrió lentamente la lista y con toda pausa la fué recorriendo mientras repetía el nombre en voz baja. Palencia... Palomo... Panganiban... Pedraza... Pelado... Pelaez... Penitente, ¡ajá! Plácido Penitente, quince faltas voluntarias de asistencia... Plácido se irguió; ¿Quince faltas, Padre?

Las solteronas voluntarias se reclutan evidentemente entre las que se han dejado guiar en la elección de su existencia por motivos de abnegación, o un sentimiento de pureza virginal, o el recuerdo de una afección muerta, o el amor de la independencia, o ese vago esceptismo que se apodera de tantas jóvenes, o por el temor de las responsabilidades, espantosas en efecto para quien reflexiona.

Hay, pues, una oposición fundamental, perfectamente caracterizada desde 1864 por el Syllabus de Pío IX, entre la manera cómo entienden concurrir al progreso los albañiles del templo de la justicia, que, prescindiendo de las diferencias de raza, nacionalidad, color, condición social y opinión política o religiosa, trabajan para ensanchar la libertad, la igualdad y la fraternidad humanas, y la manera cómo entienden servir a Dios los hombres y las mujeres que renuncian al esfuerzo, al pensamiento y la acción, y se confinan en la pasividad y la esterilidad voluntarias de la oración, la penitencia y la humillación, en este mundo de los vivos, para ser recompensados en el de los muertos.

En las tribus germanas que poblaban la Inglaterra en la época de Tácito, el jefe civil era un funcionario elegido, no en mérito de su nacimiento sino en el de sus hechos, para administrar la justicia y presidir las asambleas de los hombres libres, en las que los sacerdotes sólo tenían misión para guardar el orden; el jefe militar era elegido para cada expedición común, en mérito de sus proezas en anteriores expediciones personales voluntarias, y la conservación del carácter electivo y del poder limitado y revocable de los reyes anglosajones, en frente del poder absoluto e irrevocable de los reyes de derecho divino, erigidos por el cristianismo, ha sido durante doce siglos la gran obra del pueblo inglés en beneficio de la civilización liberal.

Ademas de ser de todo punto inaveriguable esta qüestion, dado que se pudiese esto llegar á saber, no serviria para perficionar el entendimiento humano; con que los argumentos y contenciones con que las Escuelas se oponen entre , no aprovechan para otra cosa que para mantener voluntarias é interminables disensiones por cosas que no importan nada.

En cuanto al lazo que usted reclama entre las solteronas involuntarias y las voluntarias, existe muy claro. ¿Qué hace usted de la Revolución y del Código de Napoleón?... Nada absolutamente, señor cura dejé escapar a pesar mío. Esas dos cosas no me dicen nada que valga. Pues es un error respondió el cura.

Los mineros de campamentos situados a lo largo del riachuelo, proveían a su subsistencia, durante estas peregrinaciones voluntarias, por medio de donativos ofrecidos de la manera más sincera y generosa. No es porque no se hubiese dispensado previamente a Melisa una protección más amplia y decidida.

Las empresas de navegacion, de alumbrado y de diligencias, los ferrocarriles, los bancos, las grandes fábricas, los institutos numerosos de crédito, los teatros, los casinos, los cafés y hasta los bailes y fiestas, proceden de asociaciones voluntarias, sin ninguna ingerencia ni garantía de la autoridad. De ese espíritu de sociabilidad resultan muy buenos efectos.

Y bien, Magdalena, ¿en qué está usted? me dijo por fin, cuando recobró el aliento. Me detiene la dificultad de distinguir las solteronas voluntarias de las involuntarias... ¿Cómo es eso? En las jóvenes reconozco muy bien las diferentes categorías.

Estas preocupaciones, en un principio voluntarias y solicitadas por el pensamiento, llegaron a dominarla, convirtiéndose poco a poco en supersticioso terror; sus cavilosidades adquirieron esa tenacidad inconsciente de las perturbaciones mentales, y comenzó a odiar sus encantos, como si fueran obstáculo a su felicidad y causa de que no pudiera saber hasta dónde llegaba el amor del hombre a quien quería.