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En las tribus germanas que poblaban la Inglaterra en la época de Tácito, el jefe civil era un funcionario elegido, no en mérito de su nacimiento sino en el de sus hechos, para administrar la justicia y presidir las asambleas de los hombres libres, en las que los sacerdotes sólo tenían misión para guardar el orden; el jefe militar era elegido para cada expedición común, en mérito de sus proezas en anteriores expediciones personales voluntarias, y la conservación del carácter electivo y del poder limitado y revocable de los reyes anglosajones, en frente del poder absoluto e irrevocable de los reyes de derecho divino, erigidos por el cristianismo, ha sido durante doce siglos la gran obra del pueblo inglés en beneficio de la civilización liberal.

El poco que tienen parece que consiste en un pequeño grado de sugecion que deben á sus caciques. El oficio de estos es hereditario y no electivo, teniendo todos los hijos de un cacique derecho para tomar esta dignidad. Se encuentran algunos indios que la dejan por su poca importancia.

En una guerra general, cuando muchas naciones se alian con su comun enemigo, eligen un Apo, ó Comandante en gefe de entre los viejos, y mas celebrados caciques, cuyo honor aunque electivo, ha muchos años que en alguna manera se ha hecho hereditario en la familia de Cangapol, quien va á la cabeza de los Tehuelches, Checheches, Guilliches, Peguenches y Diviheches, cuando se unen sus fuerzas.

Don Luis María de Ágreda, senador electivo, gracias al patrimonio e influencia que tenía en su pueblo, era uno de los antiguos progresistas obstinados en sobrevivir a su partido; de aquellos que ponían sobre todo la Soberanía Nacional, y para quienes la España contemporánea no produjo sino cuatro hombres de gran valer: Mendizábal, por la desamortización; Espartero, por haber vencido al carlismo; Olózaga, por haber hablado antes que nadie de los obstáculos tradicionales; y Prim, por seguir sus huellas.

El error está en tomarla por definitiva, esclavizándose a una emoción pasajera. El acierto electivo en este caso está librado al azar, a que la casualidad haya determinado que ésta primera emoción nos haya sido provocada por persona que realmente lo merezca.